El Tremendo Verano del 2010

François-Xavier Chaunier y Bastien Roche Traducción: Jaime Laleffe

París, Francia. La noche del 16 al 17 de julio de 2010 un joven fue asesinado de un balazo en la cabeza disparado a menos de 3 metros en la ciudad de Saint-Aignan (en el Departamento de Loir-et-Cher), Francia. Esto ocurrió durante un control policiaco en carretera, y el asesino es un gendarme. Las circunstancias aún no han sido esclarecidas, pero lo cierto es que el joven fue asesinado a sangre fría por un miembro de las fuerzas del orden. No es la primera vez que pasa eso, ni mucho menos.

Sin esperar más, al día siguiente y expresando su cólera, la familia y amigos del joven saquearon la gendarmería local y causaron destrozos en el centro de la ciudad de Saint Aignan. Pero su falta más grave, a los ojos de los políticos en función, fue la de pertenecer a la comunidad llamada en francés Gens du voyage (gitanos nómadas), y en este caso preciso, gitanos nómadas sedentarios.

Viene entonces una marejada mediática sin precedentes. Amalgamando, por una parte, a la comunidad llamada Gens du voyage (gente nómada, que viven en Francia desde hace varias generaciones) con la de los Rroms (a veces llamada también Gitanos, cíngaros, manouches — Rroms es el nombre que se dan a sí mismos—) llegados hace poco de Rumania y Bulgaria; y por otra parte los hechos ocurridos en Saint Aignan con otros incidentes policíacos recientes, el gobierno se lanza a la escalada mediática total en la que los discursos xenófobos de los políticos se desencadenan.

El discurso de Nicolas Sarkozy pronunciado el 30 de julio en Grenoble es, por esa razón, ejemplar. Usa la retórica y los argumentos de la extrema derecha francesa. He aquí unos extractos: “Vamos a revaluar los motivos que puedan dar lugar a la privación de la nacionalidad francesa (…). La nacionalidad francesa debe poder ser retirada a toda persona de origen extranjero que hubiera voluntariamente causado perjuicio a la vida de un funcionario de la policía o de un militar de la Gendarmería o de cualquier otra persona depositaria de autoridad pública. La nacionalidad francesa es un mérito, y hay que poder mostrar que se es digno de ella” y un poco después sigue con: “al fin y al cabo, hay que reconocerlo, tengo que decirlo, sufrimos las consecuencias de cincuenta años de inmigración insuficientemente regulada, que han llevado al fracaso la integración. (…) He pedido al Ministro del Interior poner término a la implantación salvaje de los campamentos de Rroms, que son zonas sin ley que no pueden tolerarse en Francia”.

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