Crónicas de las luces y de los ruidos

Oleg Yasinsky

Una sombra sobre Europa

Amo el metro de Paris, donde habita el arcoíris de la humanidad, un lugar de encuentro entre todas nuestras tintas, bellezas y matices de los ojos. Me gusta recordar como jugaba mi hijo en unos de los parques parisinos con hermosos niños de múltiples colores, y nosotros buscábamos palabras y gestos para comunicarnos con sus padres y contarles algo du Chili. Tal vez por eso me violenta tanto el vil aullido de los defensores de la raza blanca y de la civilización europea. Seguramente la palabra civilización significa para nosotros cosas muy diferentes …

Es increíble y doloroso ver la facilidad con que tanta gente se suma a la histeria antimigrante, publica y reproduce en las redes sociales el discurso que el poder económico nos proporciona junto con tanta desesperanza. Los judíos de ayer son los musulmanes y los africanos de hoy. Nada nuevo.

Ninguno de los que se escandalizan con las noticias sobre los terribles delitos de los migrantes en Europa dice ni una sola palabra de cómo Arabia Saudí -con las armas británicas y con la ayuda de los asesores militares británicos- a diario sigue demoliendo con sus bombardeos los barrios civiles de Yemen. ¿Cómo será la proporción entre las populares noticias sobre los migrantes violadores-monos-plaga y las impopulares publicaciones en los medios marginales sobre la banca y los capitales especulativos que terminan devorando el estado social junto con la democracia europea.

Unas víctimas odian a las otras. Los inmigrantes rusos, los que nunca han dejado de ser europeos de segunda categoría, ahora como nunca se ven preocupados por el color de la piel de su vecino. Luego comentan y escriben asquerosidades de esos árabes y esos negros. Tal vez investigando en profundidad su conciencia, algún día entenderemos las verdaderas causas de la caída de la Unión Soviética y el por qué en vez de mejorar y perfeccionar aquel tan imperfecto estado socialista, heredado de nuestros padres y abuelos, nosotros con tanta facilidad corrimos a construir este nuevo medioevo.

Las últimas oleadas de migrantes hacia Europa fueron noticia anunciada y esperada desde hace años. Las primaveras árabes y no sólo árabes, fueron estaciones mediáticamente manipuladas.

La receta ha sido mundial y bastante sencilla. Primero se elige un país, estable hasta el momento, de preferencia con una buena ubicación geopolítica y/o atractivos recursos naturales y con un gobierno más o menos corrupto y criticado por su pueblo, que son la mayoría. Luego se financia, se da un generoso apoyo mediático a todas las fuerzas disidentes de ese país, los poderosos medios de comunicación del mundo civilizado convierten un puñado de opositores en revolucionarios y luchadores por la libertad. Luego, durante las primeras protestas, hay que asegurar una cruel represión (para eso pueden servir los agentes infiltrados o simplemente sicópatas a cargo de los aparatos de seguridad del país en cuestión) para asegurar la amplificación de protestas contra la tiranía y su derrocamiento. Agradecidos por el apoyo, los revolucionarios llegan al poder y de la forma natural se convierten en aliados estratégicos. Los revolucionarios, que son poco prudentes y porfiados, serán asesinados por los agentes de la tiranía derrotada y entrarán al panteón de los héroes nacionales. La chusma verá en la pantalla lo que le corresponde ver y pensará lo que le corresponde pensar. Y casi siempre funcionará, ya que los recursos y las experticias para eso sobran.

Cuando ese país es reducido a ruinas humeantes, disputadas entre diferentes fundamentalismos y locuras, el polvorín social de Europa abre sus puertas a los refugiados. Los nuevos amos de Europa y del mundo necesitan estas hordas de migrantes, desesperadas, desorientadas, desadaptadas como el último recurso dentro de su necesidad de desviar la justa indignación de los millones de europeos contra los grotescos recortes sociales, desempleo y la usura bancaria que reina detrás de las comparsas de la Comunidad Europea y que nada tienen que ver con los migrantes. Igual que en el 1933, el gran capital europeo y mundial en su infinita irresponsabilidad y egoísmo acude a su último recurso – el fascismo – para frenar las izquierdas y una creciente organización y protesta social. Los migrantes todavía no saben que ya están y serán usados para destruir los restos de la paz social en Europa y su rol de chivos expiatorios por todos los males del sistema recién comienza. Sabemos también, que en el momento menos pensado y políticamente más conveniente, habrá nuevos y peores bombazos y tiroteos en los lugares de mayor sensibilidad y simbolismo para la cultura europea. Y todas las ultraderechas europeas, hoy activas y crecientes, tendrán nuevas excusas y justificaciones para perseguir y reprimir a la izquierda, defensora de la multiculturalidad. Y una terrible sombra de algo ya conocido de nuevo cubrirá una gran parte de Europa. Y su nombre es fascismo.

Dejar una Respuesta

Otras columnas