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“Son las primeras lluvias, las de mayo, las que nos indican que ya es hora”

Cesar del Valle R. (Integrante del FPDT-Atenco)

Mayo Rojo

En palabras de don Antonio, quien estaba por cumplir los setenta y cinco años, el 3 de mayo es un día importante que en Atenco no se olvida. Cuenta que cuando era niño, cada año visitaban a los padrinos que les hicieron el favor a sus padres de bendecir su casa, una casa de adobe, que el tiempo y otros han querido echar abajo sin poder lograrlo.

 Antes de la visita a los compadres, la mamá de Don Antonio seleccionaba unas dos gallinas de las mejores que había en su casa, las separaba del gallinero, y les cantaba y las alimentaba mejor que a las demás. “Ya sabíamos que esas gallinas iban a ser para los compadres”, dice Don Antonio. La mamá preparaba un mole especial, y junto con las gallinas cociditas y un poco de arroz,  se disponía a colocarlos en una canasta hecha toda de carrizo. La familia entera se alistaba y se dirigían a visitar a los compadres.

Una forma de tener un buen inicio para la edificación de la familia comienza por colocar la primera piedra, que significa el cimiento que sostendrá los ladrillos del hogar,  y que además simboliza la fortaleza moral que mantendrá la familia a lo largo de su vida. Se busca un padrino y se advierte ante una Cruz hecha de madera que los cimientos de la casa estarán protegidos en los años venideros ante cualquier circunstancia que amenace su destrucción.

“Antes, la gente que iba a construir su casita compartía con el resto del pueblo, se echaban tres cohetones al cielo, y de a poco la gente iba llegando y la nueva familia compartía un vaso de agua y  galletas”, expresó Don Antonio.

Esta era la forma en que todas y todos recibían la bienvenida, donde nadie era excluido, y también era ese momento en que algunas voces preguntaban cuándo iba a ser el “colado”. Esta expresión era una forma de mostrar la solidaridad entre los habitantes. El colado es el techo de concreto que en las nuevas casas se hacía, donde por lo menos la familia y los vecinos ayudaban a construir.

Hoy día, la Cruz se adorna de acuerdo a cada familia, son flores en muchos casos sintéticos y en otros naturales, ninguna se adorna igual pero todas cumplen el mismo propósito, que es mantener no sólo una costumbre, sino las relaciones de fraternidad y respeto que a lo largo de los años se han establecido en los pueblos. Se agradece siempre a los padrinos con una pequeña comida, motivo de fiesta y alegría en la comunidad, donde las canastas se ven contoneándose en las calles del brazo de las comadres y de los compadres que se apresuran a visitar a los padrinos.

“Hubo un tres de mayo que pocos visitaron a los padrinos, la comida se quedó hecha en las cazuelas, las canastas no salieron del brazo a las calles, ninguna casa de edificó y los tres cohetones que se echaron a los cielos no llamaban para recibir galletas ni vasos de agua. Ese día el pueblo alzó unas cruces afiladas, que más bien eran machetes”.

El 3 y 4 de mayo de 2006 se reprimió a los campesinos de Atenco, y la lucha del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra se solidarizó con floricultores del municipio de Texcoco, para que el día de la Santa Cruz pudieran vender sus productos (flores) en el mercado Belisario Domínguez, a lo que el gobierno, por costumbre, respondió con la fuerza pública, dejando por lo menos a 40 campesinos heridos en el mercado y sitiando al pueblo de Atenco con la policía estatal.

El día de la Santa Cruz detuvieron en el mercado en Texcoco a alrededor de 70 campesinos entre hombres y mujeres, mientras que en Atenco la policía estatal trataba de entrar al poblado que se defendió de manera heroica y a quien la policía  le dejó a un niño de 14 años asesinado de una bala, penetrándole en el corazón.

“Los tres cohetones ahora nos llamaban a defender, nuestras cruces se hicieron aceros afilados y nuestras canastas se llenaron de piedras, de coraje, de miedo”.

Los cohetones se convirtieron en una especie de clarín que llamó a la batalla contra la represión. Hombres y mujeres se congregaron en las calles, hicieron barricadas en las entradas del pueblo y nuevamente como en aquel 22 de octubre de 2001, se dispusieron a defender su tierra, su pueblo, su vida.

Pasaron el resto del día organizando la defensa y la exigencia de un alto a la represión por parte del gobernador del Estado de México, que en ese momento se encargaba el ahora presidente Enrique Peña Nieto. La madrugada del 4 de mayo a los pobladores les cayó con más de 4 mil efectivos de la policía federal preventiva, la estatal y la policía militar. En su entrada al pueblo la policía asesinó a un joven universitario que llegó a solidarizarse con Atenco, así como cuando las voces preguntaban “cuándo iba a ser el colado”. En esta ocasión el “colado” era para fortalecer la lucha del pueblo de la Orilla del agua. Este joven cayó asesinado a causa de una bomba de gas lacrimógeno, que impactó en la cabeza e hizo una fractura letal en su cráneo.

“Yo qué podía hacer”, continuó Don Antonio. “Eran muchos los policías, yo ya estoy viejo, pero en ese momento le pedí a Dios con todas mis fuerzas que mi pueblo no se derrumbara”.

Las fuerzas federales allanaron las casas de los pobladores, hicieron detenciones arbitrarias y torturaron a los detenidos, en los camiones que los trasladaron se cometieron abusos sexuales a por lo menos 30 mujeres. El 4 de mayo como a las cinco de la tarde, en el penal de Santiaguito, Estado de México, las celdas ya eran ocupadas por más de 200 pobladores de los municipios de Atenco, de Texcoco y militantes de diferentes organizaciones que atendieron el llamado de solidaridad.

Más de 4 años el gobierno mantuvo presos a alrededor de 30 compañeros, tres de ellos sentenciados a mas de 100 años de prisión, acusados, esencialmente aunque de manera velada, de defender su tierra.

Don Antonio mantuvo su convicción por la defensa de su tierra, y también esperando ver la libertad de sus compañeros que estaban en la cárcel, siguió besando su Cruz de acero y siempre estuvo atento al llamado de los tres cohetones, ya sea para recibir un vaso con agua y también galletas o para defender lo que le correspondió de patria.

A Don Antonio se le sembró hace 8 años con una Cruz enorme, que todos los días casi al morir el Sol, le serpentean unos listones rojos que cuelgan de sus brazos.

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4 Respuestas a ““Son las primeras lluvias, las de mayo, las que nos indican que ya es hora””

  1. Guadalupe López Alvarez, 25 de enero de 2016

    Gracias César, gracias a Desinformémonos porque memoria es resistencia. Conocí Atenco unos pocos días después de iniciada su lucha en la defensa de sus tierras, en defensa de la vida. Les llevamos apoyo material y moral, también una bandera oficial que compré en la calle de Moneda muy cerquita de Palacio Nacional. En el velorio de Alexis, el joven y valiente estudiante que murió acribillado bajo la lluvia de balas disparadas por la policía federal preventiva, la estatal y la militar, ese 4 de mayo de 2006, me informaron que la bandera la sepultaron con el primer luchador de Atenco que cayó en la lucha contra la construcción del aeropuerto.

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