Rigo, el taquero que vino de Tlatlaya

Fran Richart / Desinformémonos

No tardan más de 30 o 40 segundos, que alguien que pasa por el corredor de San Antonio le salude o le pida un campechano de suadero con chorizo, con papa y sin cilantro. Rigoberto, Rigo para todos, lleva más de 28 años en el noble oficio de la taquiza en el Distrito Federal. En su puesto de color rojo, lo puedes encontrar con una gorra y un cuchillo de ballena en la mano derecha, donde secciona y saja un bistec o un trozo de cecina. Con doble tortilla, sus tacos le han creado una buena parroquia de seguidores, que empezó a cosechar cuando tan solo tenía 18 años.

“Yo vengo de Rincón Grande, municipio de Tlatlaya. Vine a trabajar de chavo en un puesto con una señora muy enojona. Fregaba los platos y limpiaba. Hasta que un día, el taquero no vino y me tocó servir los tacos; se llenó de gente”, explica Rigo, quien con 40 quiuboles, lleva más años detrás del tambo de carnes que delante de él.

Rigo, como se dice coloquialmente en el DF, se pone unas chingas cabronas. Se levanta a las seis de la mañana para llegar al puesto, trabajar con el vapor y temperaturas que requiere su caldero de manjares garnachosos y acabar sobre las diez y media de la noche, fregando trastes bajo una bombillita que le da lumbre en un largo pasillo oscuro de puestos y changarros. Así, de lunes a domingo. Excepto que el día del señor, acaba más temprano. El saldo, unos 10 mil pesos mensuales que le dan para vivir con su familia en la colonia Plateros, delegación Álvaro Obregón.

Pero Rigo tiene una empatía natural, un savoir fair con la faca que se complementa con una mirada sincera que invita a charlar.

De repente, suena la radio y hablan de la masacre de Tlatlaya: “Otorgan libertad a cuatro de los siete militares detenidos por su presunta participación con el asesinato….”. Rigo observa su tableta de madera cilíndrica con un gesto de: “está todo de la fregada”. Su conciencia social nació de chamaco, escuchando los corros del zócalo de su pueblo, cuando hablaban de un nuevo partido, el “PRD”, y de un tal Cuauhtémoc Cárdenas. Rigo explica que en ese momento le surgió la ilusión y las ideas de “sacar el país adelante”. Ahora, su conclusión es que a México lo están saqueando en beneficio de un pocos.

La mayoría de los dueños de los puestos callejeros en el parque Rosendo Arnaiz pagan a varios “líderes” para poder trabajar en la calle. “Una vez nos pidieron que fuéramos a aplaudir al delegado panista, y les dije porqué, para qué íbamos a aplaudir a alguien que nos está chingando”. “Te van a recoger el puesto… me dijeron. Pues que lo recojan pero yo no aplaudo a alguien que nos chinga”.

Durante las tardes, entre el fogón y el molcajete, le acompaña su hijo Iván. Aunque ya tiene destreza con la plancha, espera que no trabaje con el mandil, “es muy duro”, asiente. Pero si que sepa ver las cosas y se inmiscuya por su país.

A lo mejor Rigo ya no es tan asiduo a las marchas y movilizaciones como otrora, pues el horario de sus largas jornadas laborales ya no se lo permite, pero tiene una noción de justicia que aplica día a día en su entorno de trabajo, con los compañeros y familia. Y eso, más ser independiente, desde afuera se percibe como una pequeña resistencia más, de esos nadies que luchan y construyen en el México yermo y acre de estos días.

Pídalo con cecina, suadero y papa, el mejor de la casa.

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3 Respuestas a “Rigo, el taquero que vino de Tlatlaya”

  1. Ma. Carmen López Quevedo.

    David Ibarra Muñoz, exsecretario de Hacienda y Crédito Público, fue entrevistado en Radio Red,por el economista Ramón Piezarro García, en el que Ibarra dijo que los ingresos de la tributación fiscal, es decir, los impuestos, la Secretaría de Hacienda los obtiene del trabajo de «Los nadies», es decir de los pequeños contribuyentes, que por eso la gente está enojada con el fisco. ¡Cuánto pagarán los grandes empresarios qué son los que más ingresos obtienen? Esa información no es transparente, muchas veces se la reserva la Secretaría de Hacienda y Crédito Público?

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