Hace unas semanas en Quindici, un pueblo que se llama como un numero (quince) y que se encuentra cerca de Avellino, una ciudad en el centro de Italia, se celebró la inauguración del “Maglificio 100 y quince pasos”, un nuevo proyecto social de una fabrica de ropa ubicada en un palacete incautado y confiscado en el 2009 en vía definitiva al grupo mafioso local, el clan Graziano. En efecto el 21 de Octubre pasado la cooperativa social Oasiproject, junta a todos los socios y a las otras realidades de este territorio, ha entrado oficialmente en este edificio renovado para dar comienzo a una nueva etapa de lucha contra el poder mafioso.

Este pueblo, conocido como centro peculiar de la mafia “Camorra” de la región Campania ahora se transforma, gracias también a la red local de Libera, en un símbolo para una nueva etapa histórica de esta tierra maltratada.

Toda la comunidad conmemoró el evento de cambio con una fiesta y una misa abierta a todas y todos los ciudadanos. Este proyecto no es solo una iniciativa de buenas practicas sino una verdadera oportunidad de desarrollo para toda esta región en términos de trabajo. Ya trabajan aquí siete personas, seleccionadas con convocatoria publica y que van a realizar ropa técnica para los policías locales. Esta oportunidad de renovación pero no le gustó a todos y la cooperativa se vio amenazada directamente en casa. Ni los disparos frente al portón de entrada del edificio confiscado, que llegaron dos días antes de la abertura de la fabrica, pudieron asustar o parar la voluntad de quienes habían luchado para alcanzar justicia y paz en esta tierra. Y esta fuerza se gritó en los cantos, juntos durante la misa que dio la bendición al bien encautado y a sus valientes luchadores.

Pocas horas antes de la inauguración en Italia, justamente de la otra parte del mundo, se celebraba en Buenos Aires – Argentina – otra misa importante en solidaridad con las victimas de trata y exclusión. Esta celebración brindó una oferta especial: una maquina de costura incautada por la justicia a destinar a la fabrica de la cooperativa SOHO.

En efecto todo empezó cuando la Fundación argentina La Alameda y los trabajadores de la misma empresa denunciaron frente a la justicia la empresa SOHO por diferentes ilícitos. La empresa textil estaba acusada, entre otros, de confeccionar su ropa gracias a una red de talleres esclavos en Capital Federal y de tener conexiones con un narco-prostíbulo. Gracias a esta acción, que llevo quiebra financiera de la fabrica, la marca de ropa SOHO ahora pertenece directamente a los mismos trabajadores que administran de forma legal y transparente todas las actividades, garantizando los derechos y la dignidad de quien trabaja en este lugar. Después de cuatro anos de una larga lucha, en 2014 el proyecto de trabajo rescatado dio sus primeros frutos: fueron ochenta los que trabajaban en la planta y cuatrocientos en los locales, así que fue necesario organizarse para no dejar toda esta gente sin trabajo. Gracias al trabajo junto a la sociedad civil fue posible al final conformar la Cooperativa de Trabajo SOHO, y después de un ano de actividad ahora se encuentran todos a celebrar el éxito de este difícil camino.

Ahora, estos dos lugares, el “Maglificio 100 y quince pasos” y la cooperativa SOHO ponen al servicio de sus comunidades la misma oportunidad: “tejer” una nueva perspectiva futura de trabajo a través de un nuevo modelo de economía alternativa a la criminal, poniendo en red impresas sociales e industriales con realidades de base y asociaciones de diferentes tipos que puedan impulsar el esfuerzo cotidiano de un tal compromiso.

Esta lucha de rescate social, desde Argentina hasta Italia, fue un “sueno transformado en realidad” en dos sitios tan lejos entre ellos pero tan cercanos para su común significado. Dos historias de trabajo digno y de cambio: lugares usados para cometer delitos que se transforman en lugares donde convive el bien común, que tienen la ambición de proponer proyectos de justicia social donde no hay. Las dos iniciativas no se destacan en ambos los casos de los contextos complejos donde se ubican, y de hecho son parte integrante de un proceso social en curso, en dos lugares complejos y originariamente “de frontera”. Hacer en estos sitios la anti-mafia social de la que hablamos siempre es mucho mas directo de lo que se vive en las oficinas y a los niveles mas institucionales de investigación. Aquí se trata de ponerse en contacto con la gente “del barrio” y mirarla en los ojos, prometiéndole una alternativa a lo que, en la ilegalidad, se vive cada día como realidad.

En las dos fabricas rescatadas hay un montón de jóvenes que creen todavía en un cambio cultural como posibilidad de re-escribir desde abajo su futuro que significa “sueldo digno y sin esclavos (de ningún tipo).

Gracias a la Red ALAS – América Latina Alternativa Social – promovida por Libera, vamos dándole cuerpo a las relaciones internacionales entre realidades similares como estas dos, que intentan desarrollar un camino de justicia social como lucha contra los sistemas mafiosos. Lo que se percibe desde estas dos experiencias es un impulso nuevo a las esperanzas de las nuevas generaciones, que tienen el derecho de pensar en una posibilidad de vida sin compensaciones.

Y también una idea de resiliencia se lee en los ojos de estos activistas que viven en dos Países diferentes pero con luchas comunes: en todas las dificultades que se puedan encontrar en el camino, delante de los obstáculos y las violencias de los poderes “fuertes” criminales y mafiosos, no va a ser posible quedarse cansados y renunciar. Todos y siempre mas tienen que ser los luchadores para un mundo globalizado a nivel de buenas practicas, aprendiendo a eliminar la injusticia llevada por los sistemas mafioso y dándole a la gente alternativas concretas de concientización. Para que en todos lados, desde Quindici hasta Buenos Aires, se suba un solo grito común: ni un paso atrás, en caso dos adelante!