Creada desde septiembre pasado de forma espontánea, la red de ayuda a refugiados de Madrid ofreció más de cien casas en menos de una semana para recibir a los refugiados que llegan a la Estación de Méndez Álvaro y facilitar así,  su tránsito a otros países.

Personas de colectivos y plataformas diversas se organizaron en turnos para permanecer en la estación de llegada, lo mismo para ayudarles a comprar los billetes y continuar el tránsito a sus destinos, que para ofrecerles ropa, alimentos y bebidas para recuperar las fuerzas.

Cuando la espera se prolongaba más de dos días, los cientos de voluntarios que se han sumado a la red, valoraron y organizaron la posibilidad de ofrecer una red de casas de acogida, donde pudieran las familias de refugiados descansar una o dos noches antes de continuar su viaje hacia otros países. 

La mayoría de los voluntarios de la red sabe que acoger a personas con una situación administrativa irregular, como es el caso de estos refugiados, puede conllevar sanciones y multas.

Sin embargo, esto no los detiene para que la solidaridad se manifieste de varias maneras, que van desde recoger a las familias en la estación, comprar los billetes para que puedan llegar a su destino, habilitar los espacios para que pernocten y descansen algunos días o prepararles una cena de bienvenida y hacer las traducciones de forma voluntaria para dialogar con ellos.

«Nos involucramos por un tema humanitario y personal,  porque son experiencias que enriquecen no sólo a quienes estamos implicados directamente, si no también a nuestros hijos e hijas,  que al convivir  con estas personas cambian radicalmente los estereotipos aprendidos”,  explica Clarisa Luna del colectivo que da vida al centro Disparate.

«Es gente que necesita ayuda y punto,  y si se la puedes dar, ahí está. En realidad no le hemos dado muchas vueltas. Hay cosas que están por encima de cualquier ley, creemos en la ayuda colectiva y si viene alguna sanción, ya veremos, ahora no es lo más importante», afirma convencida Clarisa, ante la pregunta de si conocen la posibilidad de ser sancionados por la autoridad.

Algunos de los refugiados que han llegado, comenta el periódico Diagonal, “habían salido hace tres años de Siria y en su trayecto han vivido provisionalmente en Egipto y Jordania antes de llegar a Marruecos, donde pudieron trabajar un poco y conseguir dinero para continuar su viaje”.