El proyecto Huellas de las Memoria: México en busca de sus desaparecidos

Fabrizio Lorusso

Alfredo López Casanova usa el arte, el diseño y el grabado para resignificar la realidad y plantear preguntas que lleven al cambio. Sus obras, que en general van tomando un carácter colectivo y participativo, representan “un factor para cambiar, ver la vida de otra manera y construir relaciones distintas”, dentro de una cultura generadora de paz y justicia. El proyecto Huellas de la Memoria va exactamente en esa dirección, al sensibilizar y dignificar la lucha de miles de mexicanos, centroamericanos y latinoamericanos que buscan a sus seres queridos que han desaparecido.

La idea es utilizar los zapatos de los hombres y de las mujeres, de los padres, madres, amigos, amigas, hermanos y hermanas quienes caminan para buscar a sus desaparecidos y recorren el país sin descanso, para que se conviertan en mensajeros y altavoces. Sus zapatos traen grabadas vivencias y esperanzas, así como dolores y recuerdos. Su desgaste y la arena que traen hablan de la identidad y las fatigas de sus dueños. Por eso dejan huellas de la memoria. Alfredo las graba en sus suelas y las reproduce, pintadas de verde-esperanza, sobre hojas blancas. Allí están los datos de las personas, sus nombres y la fecha en que desaparecieron, y además se graban las frases de los familiares que expresan su resistencia, desconsuelo y fuerza con pocas palabras, describiendo lo que significa para ellos buscar y encontrar. Llegan zapatos tanto de la frontera norte como del sur, pero incluso de Argentina, Honduras o Guatemala, pues gracias a la página Facebook del proyecto, que está en distintos idiomas, y al trabajo solidarios de grupos y personas, las huellas y la memoria han ido creciendo y difundiéndose más allá de México. Tampoco hay límites temporales: de la guerra sucia a la narcoguerra, la estrategia de la desaparición forzada sigue vigente y, asimismo, sigue la búsqueda. En la exposición, entonces, está el país real, el que no puede y no quiere negar la tragedia y el conflicto nacional que vivimos.

Hay más de 30.000 desaparecidos en México y, en la mayoría de los casos, es destacada la intervención directa o la omisión por parte de algún mando policiaco o político. A raíz de la llamada “guerra al narco” o “a las drogas” y de la estrategia de militarización (y despoblamiento) de los territorios empezada por Felipe Calderón y continuada por Peña Nieto, en muchas zonas del país las carreteras se han convertido en verdaderos hoyos negros y son centenares las comunidades en que aparecen fosas clandestinas en un contexto de inercia o connivencia de las autoridades y de negación e indiferencia de la opinión pública.

El muro del silencio se ha roto en varias ocasiones, por ejemplo con las marchas para los desaparecidos cada año en el Día de la Madre, con el movimiento por los 43 estudiantes de Ayotzinapa y con el de la Paz con Justicia y Dignidad, y los proyectos artísticos han acompañado las peticiones de justicia, verdad y reparación. Así, las Huellas de la Memoria van a ser semillas de pasos firmes y van a caminar junto a quienes no dejan de luchar.

¿Cuándo se realizará la primera exposición? ¿Habrá más, dentro y fuera del país?

Todos los zapatos estarán expuestos en el Museo de la Memoria Indómita, calle de Regina 66, Ciudad de México, del 9 de mayo al 26 de junio. Es el lugar mejor para arrancar, ya que allí se encuentra el museo de sitio sobre la década de 1970 y de la lucha permanente de Eureka, de las familias agrupadas alrededor de Rosario Ibarra.

Pedí a los familiares que construyéramos una ruta en las próximas semanas para la exposición. Después del Museo de la Memoria se va a la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) sede Cuajimalpa, pero vamos a platicar para seguir. Los zapatos no tienen que estar necesariamente en galerías o museos, sino que pueden ir a una iglesia o a centros comunitarios. Va a ser en donde ellos quieran, lo importante es que estén seguros y sigan una ruta lógica hacia aquellos lugares en que hay organizaciones o muchos desaparecidos porque la idea es que la exposición ayude a visibilizar y sensibilizar a mucha gente que no ha querido denunciar. La ruta, aún no planeada, podría conectar todos los estados hasta Tijuana y quizás hasta pasarse a Los Ángeles, porque de allá me llegó un caso de una muchacha que vive allí pero su hermano desapareció en Jalisco, y Nueva York. Sólo son ideas, claro, y concretamente estamos empezando aquí en la capital, pero no descartamos que se vayan adonde sea, dentro y fuera del país.

¿Cuántos zapatos tienes hasta ahora?

Tenemos unos 70 pares de zapatos, pero están llegando más.

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¿Qué ideas hay para la instalación y la elección de los zapatos?

Estamos viendo la posibilidad de que los zapatos puedan estar suspendidos, colgando del techo, para que en dirección de los zapatos, justo abajo, pongamos las huellas con el texto grabado. No sé si alcancemos a elaborar ahora una línea del tiempo, otra idea interesante para que haya una conexión desde los setenta hasta la fecha y que la gente tenga una explicación más completa de lo que está pasando en el país. En estos días me llegan unos zapatos del que se conoce como el primer desaparecido del país en 1969 que fue vinculado a la guerrilla de Genaro Vázquez. A partir de este caso se llega hasta hoy, con un par que es de 2015. Es una exposición-memorial también en el que vamos a poner de todo. Si a mí me cae un zapato de un familiar que busca a su esposo o hijo que a lo mejor es un militar, no lo descarto. No quito nada, porque lo que quiero poner allí es algo que explique el país, o sea las razones de la desaparición que son múltiples y están por todos lados.

Entonces se incluye al hijo de Araceli Rodríguez, quien es Policia Federal, o el papá de Nadim Reyes, Edmundo, que es reivindicado por el EPR (Ejército Popular Revolucionario) como uno de sus militantes desaparecidos.

Hay de todo, allí está el país: desaparecen militantes políticos y campesinos, estudiantes y hasta militares o policías judiciales, y no me han mandado de periodistas pero también hay. Lo que está detrás es una gran tragedia. Son mujeres solas, hijos huérfanos y toda una estrategia de Estado que representa un hilo conductor. Por ejemplo en el caso de Araceli Rodríguez hay una denuncia y una hipótesis clara de que los jefes de la policía federal mandaron a su hijo, Luis Ángel León Rodríguez, con cinco más y un chofer, a tomar un pueblo. ¿Qué pasó allí? Es el noviembre del 2009. Los mandan en un día de descanso, no laboral, en un carro no oficial, que piden a terceros y no es de la policía,

sin armas ni uniformes. Así les dan la orden de ir a tomar un pueblo y luego todos desaparecen. Lo que está pasando en el país es un desastre, una guerra no dicha. Si comparas con casos como Afganistán o Irak u otros lados, aquí se dan incluso saldos peores, en un país que oficial y supuestamente no está en guerra.

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¿Se van a incluir otros objetos?

Para Huellas de la Memoria no quise los zapatos de los desaparecidos, porque ya se ha hecho mucho con los objetos de desaparecidos y además me interesa la parte vital, la parte de quien busca, de quien más ha investigado y de los que están trabajando en la ley sobre desaparición. Es decir, quienes van a sacar este país de este desastre van a ser los familiares porque quieren buscar a sus hijos y están descubriendo las razones del deterioro y quieren cambiar el país. Es la parte vital contra la negación que está diciendo: “Aquí está esta situación y nuestros zapatos, queremos denunciar y cambiar el país”. El espíritu colectivo del proyecto puede potenciarlo para que no se centre en una sola persona y siga indefinidamente. En este sentido, la idea es que vayamos construyendo grupos de grabadores en los estados para que trabajen en cada lugar. Es más fácil que yo viaje para mostrar cómo hace que hacer talleres aquí, pero bueno, por ahora, el primer cierre de la experiencia es el 9 de mayo.

Pese a las condenas y señalamientos de organismos internacionales como la ONU o la OEA, se ve un movimiento contrario a los derechos humanos con leyes, como la recién aprobada en el Estado de México conocida como “Ley Eruviel” o “Atenco”, que amplía mucho la facultad de la policía, sin previa consulta con el poder político, para el uso de “fuerza letal” contra manifestantes, y el reglamento del art. 29 constitucional para darle al presidente más posibilidades de establecer el estado de excepción y la suspensión de garantías.

Esto viene a confirmar que vamos hacia atrás, hacia un estado más autoritario. Y estamos hablando de un país con un narco-gobierno, hay que decirlo con todas las palabras. Una gran cantidad de desaparecidos, como sucedió en el caso más emblemático de los 43 de Ayotzinapa pero también en muchos más a lo largo y ancho de México, son agarrados y entregados a los narcotraficantes son policías de distintos cuerpos, incluyendo a los federales o militares. Allí hay una situación por la cual no sabes en dónde empieza la relación de complicidad entre el narco y el gobierno. Estamos hablando de un deterioro tal que se puede hablar de un narco-gobierno.

¿Por qué desaparecen?

Es muy absurdo. Muchos casos son absurdos. Tere Vera busca a su hermana que sale a cortarse el pelo y ya no vuelve. Ni piden dinero para un rescate a la familia. Al hijo de Lety lo sacan de su casa a la medianoche, cuando acaban de acostarse. Llega la policía, o gente vestida de policía, de negro, lo sacan para presentarlo y porque, dicen, necesitan información, pero ya no aparece. El esposo de Ixchel en Coahuila. Van por él en la madrugada, le dicen que quieren precisiones y ya no regresa. Con los chicos de Ayotzinapa es otro caso que vimos con autoridades involucradas.

Hay muchas hipótesis. En el caso del hijo de Alfonso Moreno, se trata de un técnico en comunicaciones. Hay casos de ingenieros y otros profesionistas por lo que hay

especulaciones de que el narco los estaría usando para las comunicaciones, la construcción de túneles u otros asuntos “profesionales”. Pero en otros casos parece sin lógica, absurdo.

Los casos de los setenta estaban bajo la lógica del enemigo político que había que aniquilar. Pero también se dan hoy. Por ejemplo está el caso de “El Tío”, Teodulfo Torres Soriano, que está a lado de Juan Francisco Kuykendall durante la toma de posesión del presidente Enrique Peña Nieto, el 1 de diciembre de 2012. El Tío filma, en las inmediaciones del palacio legislativo, cómo sale la bala de goma que le destroza el cráneo a Kuykendall. Eso se ve, se ve la bala y en medio congelo el instante del video. Se documentó, entonces, la represión y la responsabilidad de policías federales. Ese día llevaron al herido al hospital y estuvo en coma por un año.

El Tío es un testigo presencial del asunto y lo desaparecen. Es una desaparición política muy parecida a las de los setenta, porque el Tío tiene una información precisa y clara de un abuso incuestionable de la policía. Esta información se la pidió al Tío la PGR (Procuraduría General de la República), le dio 5 días para entregarla y en ese lapso de tiempo Teodulfo desaparece. Afortunadamente él logró entregar el video a otras personas y ahora se puede ver en la web. Toda la evidencia apunta a que lo desaparición el estado, no se le ve otra explicación. Es el primer desaparecido político bajo el gobierno de Peña Nieto. El 80% de los desaparecidos no tenía ninguna incorporación política, militante o de alguna organización. Son profesionistas o trabajadores sin afiliación como Alejandro Moreno, el hijo de Alfonso.

Pero también nos damos cuenta de que desaparecen porque hay una estrategia de despoblamiento de muchos lugares en donde hay agua, recursos naturales o minas. Ésta es otra hipótesis, pero más bien es algo evidente porque sí se registra un despoblamiento que se parece a una guerra de exterminio.

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¿En qué sentido?

Hay personas que a partir de su caso individual han entendido que se trata de un problema estructural y, cuando encaran el tema, ya hablan de nosotros, como un colectivo y ya no en primera persona, para destacar que todas las víctimas del país son de uno. Si nosotros empalmamos el mapa geográfico del país con el de las regiones con desaparecidos, vamos a ver que estamos asistiendo a la mayor etapa de saqueo de plata desde la época de la colonia y, cuando no son los recursos naturales, son los focos de resistencia como Atenco, Chiapas, u Oaxaca. Es decir, donde hay zonas de resistencia se tienen que debilitar y donde hay recursos naturales, por ejemplo el gas shale, hay que despoblar. Entonces, ¿cómo se hace? Instaurando un estado de terror con la desaparición, o sea una estrategia perversa peor que el asesinato o la cárcel.

¿Tienes ejemplos relacionados con esto?

Tengo uno del grupo de Los Otros Desaparecidos de Iguala. “Me llamo Mario Vergara, busco a mi hermano Tomás, fue secuestrado y desaparecido en Huitzuco, Guerrero, el 5 de julio del 2012. Aprendí a buscar en fosas clandestinas pero pido a Dios que nunca encuentre a mi hermano en un hoyo horrible, caminó también para encontrarlo vivo”.

Y de un familiar de los chicos de Ayotzinapa. “Soy Margarita Zacarías, mamá de Miguel Ángel Mendoza Zacarías, estudiante de la normal de Ayotzinapa, Guerrero, desapareció el 26 de septiembre en Iguala, junto con 42 de sus compañeros. Hijo mío, quiero decirte que he

caminado mucho buscando y no lo he logrado, pero quiero que sepas que no descansaré hasta lograrlo, así me cueste la vida”.

De una madre de Honduras que está aquí en México. “Soy Priscila Rodríguez Cartagena vengo de Honduras caminando hasta México buscando a mi hija y seguiré las huellas hasta encontrarla. Yesenia Marlén Gaitán desapareció el 10 de febrero en Nuevo Laredo, Tamaulipas, cuando se dirigía a los Estados Unidos”.

Una es de la agrupación Hijos México, fue difícil grabarlo, el zapato llegó todo destrozado. Es del periodo de la guerra sucia, ella no conoció a su padre, pues él desapareció cuando su mamá estaba embarazada. “Soy hija de Rafael Ramírez Duarte, desaparecido político, desde junio de 1977. Seguir tu huella es querer tocar tus pies con los míos como el juego de madriguera tibia que nos robaron, papá, Tania”.

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¿Hay niños que te mandan sus zapatos?

Sí. Una frase de un niño refleja ternura y simplicidad y dice mucho de una región, por ejemplo como Michoacán, en el centro de la narcoguerra. Soy Leonel Orozco García, tengo 8 años. Mi papá Moisés Orozco fue detenido-desaparecido el 22 de mayo de 2012 en Apatzingán, Michoacán. Busco a mi papá para encontrarlo porque es mi papá, y lo queremos mucho”.

Otro niño es el hijito de un estudiante de Ayotzinapa. “Yo me llamo José Ángel Abraham de la Cruz, tengo 9 años y ando buscando a mi papá, Adán Abraham, estudiante de la normal de Ayotzinapa, desaparecido el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero. Por eso me encuentro aquí en la Ciudad de México, exigiendo la presentación con vida de mi papá y sus 42 compañeros”.

Miguelito no tenía más que estos zapatos y, como ha crecido y no tiene nada, nada, ya los zapatos estaban muy apretados. Les pedí permiso a su hermano y su tía, lo llevamos a compra zapatos nuevos. Tanto con los padres de los 43 como con los otros desaparecidos que no tienen nada más que lo que traen puesto, yo estoy pidiendo sus zapatos para hacer un intercambio, un trueque con otros.

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