Pensar en voz alta la justicia y la paz

Pietro Ameglio

Por fin un rector que hace su trabajo

Si uno se preguntara acerca de:

¿Cuál es el trabajo de un Rector universitario en el México actual?

Enseguida vendrían a la mente algunas respuestas, consensadas socialmente con reflexiones parcialmente ciertas, como que su tarea es centrarse en promover la academia, la investigación, la difusión cultural, la buena administración, las relaciones de intercambio social y académico. Sin embargo, si le agregamos el “principio de realidad” la respuesta sería mucho más compleja. En el orden social, las universidades y sus rectores son actores sociales con identidades construidas en la larga duración de la historia, como diría Braudel, a partir de luchas de humanización de nuestra especie, por tanto su función en el terreno de lo político y social excede en mucho su rol institucional académico.

1-El estado del poder en México es la guerra

Esto último podría quedar “parcialmente oculto” si el orden social se caracterizara por momentos de democracia, paz y justicia, cosa que en el México actual no sucede. Al contrario, México es un territorio atravesado por “acciones de guerra”, no con la misma intensidad y forma en cada región. Esta guerra es civil (toca en forma transversal a todos los sectores de la población en los enfrentamientos armados, y en los terrenos económico y social); es de “exterminio masivo” (masacres, fosas…) y de “exterminio selectivo” (activistas, campesinos, periodistas, feminicidios…).

Las formas de “exterminio masivo” alcanzaron en los últimos años desde el 2007, según cifras de organizaciones no-gubernamentales ante la ONU, más de 102 mil muertos, y 32 mil desaparecidos según organizaciones de víctimas, además de cientos de miles de desplazados.

Las movilizaciones e investigaciones realizadas por los movimientos de víctimas, así como las denuncias públicas masivas al respecto han logrado “visibilizar” la dignidad de sus familiares y la falsedad de la imagen oficial de “una guerra contra el narco”, cuando en realidad se trata de una guerra intercapitalista trasnacional por el monopolio de una nueva mercancía ilegal, así como de otros al menos 23 delitos, como el control de los cuerpos, de los recursos materiales y naturales en los territorios del país. En esta guerra, como en todas, hay bandos, y en cada uno hay representantes del delito organizado, del aparato de poder estatal en todos sus niveles, de fuerzas armadas legales e ilegales, de empresarios, y de la sociedad civil directa o indirectamente involucrada.

Respecto al “exterminio selectivo”, que ha estado siempre presente en la historia mexicana, se ha incrementado; en Morelos uno de los casos más recientes de impunidad fue el asesinato del luchador social ejemplar Gustavo Salgado, en Ayala el 5 de febrero del 2015. A nivel nacional el hecho más brutal e impune se dio el 26-27 de septiembre de 2014, cuando en una “acción genocida” fueron desaparecidos –hasta hoy-, por policías y delincuentes, 43 estudiantes normalistas rurales de Ayotzinapa en Iguala. Se abrió así la interrogante: ¿el “exterminio selectivo” (del que los estudiantes normalistas siempre han sido víctimas por su radicalismo justiciero de izquierda) podría convertirse en un “exterminio masivo”, si se activan cierto tipo de decisiones genocidas?

2-¿Cómo ha enfrentado y resistido la sociedad civil mexicana en esta guerra?

Una importante “arma noviolenta” es la “reserva moral”. En la historia de la mayoría de los pueblos del mundo, en momentos de excepcional inhumanidad, se ha manifestado públicamente -de diferentes maneras- una porción muy importante de la sociedad exclamando un “¡Alto a la inhumanidad!”, constituyéndose en una especie de “frontera moral” que –como conjunto social- no se está dispuesto a atravesar, como expresión de indignación moral y rebelión ética. Así, a partir de re-construir esta autonomía inicial por parte de la sociedad frente al gobierno y la co-operación (individual y colectiva), se ha podido avanzar algo en un proceso hacia la realización de un principio central de la noviolencia y la humanización de la especie: “debemos ser capaces de sensibilizarnos ante cualquier acto de inhumanidad y tratar de que la desobediencia debida sea la respuesta de todo nuestro pueblo: una moral de la autonomía se forja cuando se comprende, y se aprende, que hay que desobedecer toda orden de inhumanidad” (Juan Carlos Marín).

Por otro lado, la reserva moral no es sólo una cuestión de masas, pues existen cuerpos que concentran -por su identidad social (obispos o jerarquías de todas las iglesias, rectores, intelectuales y artistas, líderes políticos, campesinos-obreros…)- más “fuerza social” que otros, debido al poder que concentran.

En esta etapa reciente de la historia de México, los hechos sociales más brutales de guerra, por desgracia, han sobreabundado: masacre de 49 niñ@s de la Guardería ABC en Hermosillo (Sonora) el 5 de junio de 2010; masacre de 16 jóvenes en Villas de Salvárcar (Cd. Juárez, Chihuahua) el 31 de enero de 2010; masacre de 72 migrantes en San Fernando (Tamaulipas) el 22 de agosto de 2010; masacre de 52 personas en el Casino Royale (Monterrey, Nuevo León) el 26 de agosto de 2011.

Ante los hechos violentos aquí ejemplificados y otros muchos más, la reserva moral mexicana no expresó la suficiente determinación en su exigencia de “¡Ya Basta!, ¡Justicia!”, con excepción de los zapatistas. Se dejó así avanzar más el grado de inhumanidad.

3-Firmeza Permanente Noviolenta

Es en este contexto mexicano de guerra donde se inserta la respuesta a la pregunta inicial: ¿cuál es el trabajo de un rector en el México actual?

El caso del rector Alejandro Vera, de la UAEM, es singular en este sentido pues ha tomado conciencia de su papel y el de la universidad en la necesidad de trabajar en la justicia, apoyar la autonomía de los pueblos e individuos y la reconstrucción del tejido social en Morelos. No sólo se ha expresado con la palabra sino también con su cuerpo –arma fundamental de la lucha noviolenta-, metiéndolo en acciones de mayor radicalidad evitando caer en la “simulación” de la lucha construida desde el “empirismo lógico” discursivo y mediático.

Esta mayor toma de conciencia acerca del tipo de acciones noviolentas que hay que instalar en la lucha social mexicana, se aprecia en la marcha y toma pacífica del Congreso contra una nueva legislación que quitaba autonomía al Consejo Universitario (7 julio 2015); en el apoyo a las víctimas ante el grave problema de las fosas clandestinas en el estado; y ahora en la marcha y plantón de 15 días en el zócalo para reclamar al gobierno del Estado el cumplimiento de una serie de compromisos con la universidad, como por ejemplo 800 millones de pesos que la federación les entregó con ese fin.

Me parece muy importante apoyar esta lucha de la comunidad UAEM por la legalidad y la legitimidad, como ejemplo de acción necesaria por parte de la reserva moral nacional. Asimismo, siempre será una clave estratégica central en este tipo de lucha no activar la “espiral de violencia”, evitar caer en el juego de la “polarización social” o el miedo-terror, que es el gran negocio de la guerra. Por ello, me parece importante para que la lucha crezca y se obtenga el resultado principal expresado en la Carta Pública (“desnudó la verdad”) que inició esta Campaña de lucha noviolenta, no reproducir discursos politizados en el sentido de si “Graco se debe ir o no”, o si el “Mando Único es bueno o no” (con lo que se han ocultado, de paso, los móviles y responsabilidades del brutal asesinato de Gislea Mota), o si es una disputa de poder entre “Vera y Graco”. Siempre en las luchas sociales hace mucho daño y crea también desánimo, el confundir el “punto de llegada” con el “punto de partida” de toda lucha.

En este caso, la causa inicial de esta gran movilización universitaria, me parece, no es “sacar a Graco” ni se trata de una “lucha de liderazgos”, sino lograr que el Gobierno del Estado cumpla con sus compromisos con la UAEM. Para ello se necesita mucha “fuerza social”, grupos y personas aliadas, sumar. Desviar esos objetivos legítimos y legales de la UAEM hacia otros de tipo político, en los que el “principio de realidad” no es tan consensado, sólo ayudará a perder la fuerza necesaria para lograr la demanda central inicial. Caer en ese juego es, además, una de la estrategias más usadas por el poder oficial para dividirnos y hacernos caer en “mesianismos” sin principio de realidad que no lleva lejos.

Ojalá la reflexión estratégica y otros intereses no desvíen las causas y tácticas de esta lucha que han sido acertadas. Comparto algunos breves “observables sociales” interesantes: no es sólo una marcha sino que hay una prolongación de los cuerpos en el espacio por un tiempo mayor (15 días); el espacio escogido confronta y señala directamente al poder que se impugna pues se está a sus “puertas”; colocar una tienda con el cartel de “Rectoría” y despachar ahí me parece un signo claro de determinación moral y material. Es una “foto social” de la no-cooperación y autonomía que hay que impulsar en el país.

Pietro Ameglio

 

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