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El único mensaje que le mandan a los hombres es que pueden seguir asesinando: Irinea Buendía

Eliana Gilet

A Mariana Lima la mató su marido, un policía estadual, en el momento en que ella decidió dejarlo. Eso es lo que firmemente sostiene su madre, Irinea Buendía y las organizaciones de derechos humanos que la apoyan, tanto Católicas por el derecho a decidir, como justicia, derechos humanos y género.

La justicia, hasta ahora, compró la versión del atacante. Mariana se suicidó. Nadie la vio colgada, su cuerpo estaba bañado, tenía los pies limpios (a pesar de que la casa estaba en obra, recuerda Irinea) y sus maletas estaban junto a la puerta. El episodio ocurrió el 29 de junio de 2010 y aún no se ha hallado ningún culpable.

Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de México emitió un fallo histórico en marzo de este año. Mandató al ministerio público a que la muerte de Mariana debe ser investigada como un feminicidio, “toda muerte violenta debe ser investigada como un feminicidio”.

Los abogados de las organizaciones sostienen que esa sentencia baja a terreno mexicano una similar, anterior, emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para el caso conocido como “Campo Algodonero”.

Irinea, la madre de Mariana, una mujer sencilla y clara, que se convirtió en luchadora por su hija y por todas las hijas de México, da su visión sobre el largo proceso en busca de la justicia, que aún está abierto. “El gobierno del estado nos obliga a iniciar el vía crucis y permanecer allí, en vista que no quiere cumplir con la debida diligencia. Las leyes son buenas pero desgraciadamente no se cumplen y solitas no se van a cumplir”.

¿Qué significa para usted esta sentencia de la Suprema Corte?

La sentencia nos viene a dar una luz, esperanza, porque es histórica, trascendente. No nada más va a servir para el caso de mi hija, sino para todas las muertes de mujeres de manera violenta. Pero al mismo tiempo que viene a ser una esperanza, la Procuraduría nos obliga a poner los pies sobre la tierra y darnos cuenta que nos hace las cosas muy difíciles.

A pesar de la sentencia de la Primera Sala de la SCJN es tan clara y precisa que les da el abc, va indicando el camino de cómo tiene que seguir las investigaciones, ellos (la Procuraduría) en su actuar negligente, en que los mismo vicios son repetidos, estamos mirando los mismos vacíos que dejan, desgraciadamente no quieren comprometerse en hacer la diferencia.

La situación que las mujeres del estado de México estamos viviendo es sumamente grave. Ya no tan solo con los feminicidios, sino con la trata, desapariciones de niñas, de jóvenes, de mujeres de cualquier edad. A las autoridades del estado de México no les importa las miles y miles de asesinatos cometidos por hombres misóginos, perversos, cobardes, asesinos. Porque el mensaje que les sigue mandando es el mismo: cualquier hombre en esa actitud machista, en ese pacto patriarcal que hay que el hombre por el simple hecho de ser hombre puede asesinar a una mujer.

La mujer para las autoridades no vale nada y a pesar de que la sentencia de la SCJN viene a ser trascendental e histórica, no la cumplen simple y sencillamente. No se trata sólo de que reconozcan la gravedad del asunto, pero no es un tema de palabras, es un tema de acción.

No puedo quitarme de la cabeza el momento en que vi a mi hija sin vida, ver llegar al Ministerio Público a hacer unas diligencias tan pobres, que en diez minutos terminan de hacer la inspección ocular y se llevan el cuerpo de mi hija sin haber embalado absolutamente nada porque no les interesa, y no tan solo los casos de feminicidios. A nivel de República Mexicana no hay servidores públicos que no estén inmersos en la corrupción, en la simulación y que nuestros casos queden en la impunidad. No hay peritos que puedan hacer investigaciones como el caso lo amerita.
La situación que estamos viviendo, no sólo en el estado de México, es muy grave pero a las autoridades no les importa, no tienen voluntad política de que a corto plazo esto se soluciones.

¿Cómo se explica esa negligencia ante tanta violencia?

Ellos no viven esa situación, es el pueblo de México, en las comunidades, el que está viviendo toda esa masacre, todos esos levantones, desapariciones, asesinatos, en donde la mujer lleva la peor parte, porque simple y sencillamente nunca le vamos a ganar a un hombre. En el momento en que el hombre teje sus redes de poder, como la araña va tejiendo sus redes, así me imagino yo. En el momento que ese hombre decide quitarle la vida a una mujer, las autoridades no se ven inmersas en eso porque ellos tienen dinero para poder pagar seguridad, andan con muchos guardias y no les importa lo que al pueblo le pase. Tan es así que los asesinatos van en aumento y ellos no quieren hacer la diferencia.

Si Eruviel Ávila Villegas, el procurador del caso de mi hija cumpliera, haría la diferencia, serviría como punta de lanza para que otros estados siguieran el ejemplo. Pero es al revés. En vez de que cumplan esa sentencia, parece que están más inmersos en la corrupción.

Recién en abril de este año Julio César Hernández Ballinas, el ex marido de su hija, principal sospechoso de su muerte, fue separado de su cargo como policía, de manera temporal, a cinco años de los hechos, ¿qué opina al respecto?

Antes de ser suspendido “precautoriamente”, había sido ascendido a Comandante. Lo único que se está haciendo es darle la oportunidad de que se vaya. Nosotras no vamos a dejar de luchar, vamos a llegar hasta donde sea necesario llegar para seguir luchando por esa justicia que se nos ha negado.

¿Cómo ha sido el trabajo en conjunto con el resto de las madres luchadoras que han pasado por una situación tan dolorosa?

Llegué a “Católicas por el derecho a decidir” cuando escuché un programa de radio, la locutora era Patricia Kelli, y estaba dando su testimonio la señora María Antonia, un caso también con mucho parecido al mío, nada más que ese caso ya tiene muchos años. El asesino está preso, pero su hermano, que fue su cómplice, fue liberado. Es lamentable porque el único mensaje que le mandan a los hombres es que pueden seguir asesinando a las mujeres y no pasa nada.

¿Es eso lo sistemático, el amparo de las instituciones?

Eso es. La sociedad lo va normalizando, se invisibiliza y así seguimos.

¿Cómo recuerda a Mariana?

Mariana siempre fue muy alegre, a pesar de que esos 18 meses que vivió casada con Julio César Hernández Ballinas, sabía que tenía un problema y sabía que lo iba a resolver en algún momento. Yo la recuerdo muy alegre, siempre con su sonrisa, nunca la vi triste, a lo mejor enojada sí, pero siempre veía con mucha alegría la vida.

 

Foto: Eliana Gilet

 

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