Tras una sequía histórica en 2015, los cafetaleros se han visto en la necesidad de buscar alternativas para lidiar con el cambio climático que afecta la explotación de sus cultivos en países centroamericanos tales como Costa Rica, donde antes el fenómeno no era tomado en serio hasta ahora.

»Hasta hace poco yo no me creía mucho lo del cambio climático, hoy es claro”, señala Adrián Hernández, productor de café en la finca Altamira, Costa Rica, donde afirma que “nunca, en los 23 años que tengo de manejar esta finca hemos tenido un invierno sin lluvia”.

Aunque la sequía ha ayudado al control de las plagas y los hongos en los cultivos, tales como la roya, que se expanden por las condiciones húmedas, la falta de lluvias ha ocasionado que el floración de la planta no sea posible, disminuyendo la cosecha y afectando la economía de los cafetaleros.

“Es muy duro mantenerse en la actividad, hemos tenido que aumentar las aplicaciones de fungicida de una a tres por año. Y si no hay lluvias, pagar altas facturas por riego artificial, al final casi se trabaja al costo”, agregó.

Además, los productores deben enfrentarse a la baja de precios por libra, los cuales se encuentran en un promedio de 1.21 dólares. Esto complica la propia subsistencia de los agricultores, así como de la finca en la que trabajan.

“Este año he efectuado dos aplicaciones de fungicida y ya casi aplico otra porque es la única manera de controlar la roya, mientras tanto estoy probando con otras variedades, más resistentes”, resaltó Adrián Hernández.

La urgencia de atender estos fenómenos por parte de los gobiernos y las organizaciones internacionales es primordial para garantizar la supervivencia de los cafetales, pues el remplazo de éstos además de ser lento, resulta muy costoso.

Con información de agencias