Bendición de la Semilla… ¿por qué visten el maíz?

Vídeo: Citlalli Sotelo Y Saydel García. Texto: Saydel García Fotografías: la voz de los campesinos

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“Buenas tardes”, saludan tres ancianas a su llegada a la comunidad de Apetlaco, Tlachichilco, Veracruz. Sus ropas llenas de vida y color, sus rostros resplandecientes de alegría y sabiduría contagian a todos los presentes en el ritual a nuestras semillas.

Cuando las y los anfitriones las invitan a tomar los alimentos, mencionan que son parteras nahuas que viajaron cinco horas para ofrecer y bailar con su maíz, para mostrarle respeto y cariño.

El tres de Junio fue un día especial para las comunidades nahuas, masapijnin, ñühüs y mestizas de la Huasteca de Veracruz e Hidalgo. Se trataba de ofrendar a nuestra semilla, a nuestro maíz blanco, morado, amarillo, negro, rojo y pinto. Por eso, en esa madrugada las señoras y los señores de la comunidad de Apetlaco llegaron desde las 4 de la madrugada. Mientras las señoras ponían la lumbre, los señores sacrificaban al cerdo para ofrecerle comida a las 32 comunidades que visitaron y ofrendaron a la semilla.

Al preguntarles a las parteras nahuas, ¿por qué visten al maíz?, responden “porque es nuestra hija”. ¡Claro! hay que vestirla, hay que cuidarla como a una niña porque después nuestra hija se convertirá en nuestra madre y nos dará la vida misma, nos responde otra partera. El desayuno nos enseñó a vivir en comunidad. Las señoras llegaron con cubetas llenas de enchiladas rojas, verdes, de moles, de frijoles y huevos, con tacos de guisado, tamales, bocoles que las señoras de Apetlaco y Apostoles prepararon para toda la gente.

Todas y todos estábamos colaborando con algún trabajo, unas preparando el agua, otros cargando garrafas llenas de agua desde el río, otros arreglando la mesa para el ritual, otras cortando y tejiendo las palmas, las curanderas y los curanderos cortando el papel para la ofrenda.

Entre el trabajo y las enchiladas se fue llenando la galera de mujeres, hombres, abuelos y niñas de las diferentes comunidades nahuas, masapijnis, ñühüs y mestizas. También los tríos hicieron su aparición, sacaron su violín, la jarana y la huapanguera y le dieron más vida a cada una de las actividades que se realizaba. Sí, cuando los curanderos cortan las figuras de papel que representan al maíz, el trío acompaña con una música para esa actividad.

Las curanderas y los curanderos indígenas se acomodaron frente de la mesa de ritual para que la gente fuera pasando uno por uno para ser limpiado. Se le pregunta a la curandera, doña Juana ¿por qué limpian?. Y nos responde “porque hay que limpiar nuestro cuerpo y alma para poder pasar a ofrendar a la semilla”.

De esta manera las comunidades respetamos nuestra semilla, sabemos que ella es la vida misma.

Una vez estando limpios de cuerpo y alma, tocó el momento de disfrutar de un mole de cerdo que las señoras habían comenzado a preparar desde la mañana. Durante la comida tocó las alabanzas “La nueva banda furiosa de Apetlaco” y le dio más sabor a la comida. Después de compartir el mole de cerdo nos concentramos de nueva cuenta frente a la mesa de ritual.

Las y los curanderos con sus trajes para la costumbre ya puestos, dieron inicio a la ofrenda. Los tríos nunca dejaron de tocar, hasta que el sol tejió el cielo con sus rayos al otro día. Lo mismo que mucha gente.

La gente con las curanderas y los curanderos danzaban y danzaban; porque danzar no sólo es bailar, es agradecer, ofrendar, respetar, acompañar y resistir como comunidades indígenas.

Durante la ofrenda empezaron a aparecer grupos de danza. El primero fue una danza de mujeres de la comunidad de la Soledad, Tlachichilco, Veracruz. Después apareció un grupo de hombres de la comunidad de Chintipan, Tlachichilco,Veracruz. Cada uno de los grupos estaba acompañado de un trío y no sólo danzaban, también cantaban.

A media noche, el curandero ñühü Ali realizó su ritual e hizo que todas y todos nos juntáramos y danzáramos alrededor suyo.

Justo cuando el sol empezaba a mandar los primeros rayos de luz, todas y todos nos dirigimos hacia el río para ofrendarle y así dar por terminado el ritual a la semilla, a nuestra semilla criolla.

13 junio del 2014

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