En Tamaulipas no se pierde la esperanza

Testimonio de Barri Galeano

Tamaulipas. A diferencia de la ola de inseguridad de 2010, en la que la ciudadanía se encerró en sus casas y abandonó escuelas y centros de trabajo, ahora los tamaulipecos salen por miles a exigir paz a un gobierno que no quiere verlos.

En la antesala de Semana Santa del 2010, el crimen organizado hizo de la suyas en Tamaulipas. Secuestró a la sociedad, que vivió una ola de inseguridad que azotó la zona conurbada de Madero, Altamira y Tampico. Día a día, las notas rojas sacudieron los medios escritos, la televisión y las redes sociales; con rumores o datos duros se llenaron de de negro los espacios que antes fueron de los ciudadanos.

El crimen organizado, con sus ráfagas huecas y ensordecedoras, atemorizó a los tamaulipecos. Los ciudadanos de Tampico y de sus ciudades hermanas ya no pudieron caminar por las calles, porque en un cerrar de pestañas detonaban los conocidos ruidos que dejaban sangre, muerte y una verdadera paranoia colectiva. Las primeras avenidas de la ciudad y el centro mismo presentaron por muchos días la pintoresca radiografía de una ciudad fantasma: Ausentismo escolar y cierre de negocios.

El consuelo de tontos fue que lo mismo sucede en otras partes del territorio nacional, como Ciudad Juárez, Monterrey,  Torreón y demás tierras con poderío gansteril.

El capítulo se cerró con el asesinato del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al gobierno de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú. Pero la violencia, que en apariencia se ausentó de Tamaulipas, se intensificó los siguientes años en otras partes de la república, como en Michoacán, donde el gobierno federal dice que ya terminó la guerra, mientras el ex vocero de las autodefensas, José Manuel Míreles, dice lo contrario[1].

La realidad es que sí está pasando algo en Tampico

Cuatro años después, en vísperas de la Semana Santa pero ahora en abril del 2014, se repite la misma historia. Tampico, Madero y Altamira, con  alcaldes priistas que entraron en función hace pocos meses, y con Egidio Torre Cantú como gobernador –hermano del candidato asesinado en el 2010-, se dispara de nueva cuenta la avalancha de violencia.

En medio de los discursos sácalepunta de quienes gobiernan nuestros municipios del “No pasa nada” -como dijo el alcalde de Tampico, Gustavo Torres Salinas-, hay una lucha entre cárteles que buscan controlar zonas con su poderío. Es un problema de bandas, y parece que la negación de las autoridades locales significa: que sean ellos los que arreglen sus diferencias – aunque estén fuera de la ley- a balazos, y que reacomoden su control de zonas calientes- colonia Ojital, Infonavit, Nuevo Amanecer, Puertas Coloradas, zona Norte, la Obrera, por mencionar algunas- en un ambiente preocupante para la ciudadanía.

Desde abril no hay día en el que la aparición de violencia no sea el pan de cada día. Unas ciudades están en manos de la delincuencia, que también está bien organizada, y la respuesta de las fuerzas armadas es lenta. Hay ejército y  marinos, pero insuficientes para dar seguridad a la población, aún cuando el gobierno federal envió refuerzos.

Quien está desprotegido e inseguro es el ciudadano, y las ciudades que lo albergan. Pero a diferencia de hace tres años, en el que la sociedad civil dejó sus calles vacías, en esta ocasión la gente tiene que salir a trabajar y las escuelas (básicas, medias y universidades) a medio laborar, en el intento de regular clases y volver a la normalidad. Los profesores asisten a su centro de trabajo, pero como antaño, se registró un alto nivel de ausentismo escolar en las semanas críticas, y todavía a finales del mes de mayo. Los padres no enviaron a sus hijos a las aulas por miedo a no volverlos a ver.

Las ciudades flageladas por la inseguridad no tienen policías ni tránsito, por la simple razón de que están presentando exámenes de calidad. El control de la seguridad está en manos del ejército, de marinos y de la poca policía federal existente. No comprende ni acepta la autoridad local y estatal que la inseguridad los rebasó, y que debe pedir más ayuda al gobierno federal. Pero como siempre pasa, al pueblo se le hace caso cuando es capaz de organizarse y salir a la calle a manifestarse y exigir lo que por derecho le pertenece. Paz, y si se puede, que sea con justicia.

La sociedad civil, a diferencia del 2010, salió dos veces a protestar de manera pacífica por la paz. La iniciativa de un ciudadano convocó por medio de las redes sociales a la primera marcha, que juntó a 2 mil personas. Se configuró el movimiento ciudadano “Tampico quiere Paz”[2].

En la segunda convocatoria, llamada “Mega Marcha por La Paz en Tampico”, el domingo 11 de mayo, se reunieron más de 12 mil ciudadanos vestidos de blanco que hicieron que las autoridades locales, estatales y nacionales se cimbraran y voltearan sus ojos a un acto sin precedentes en la historia de las marchas o manifestaciones sociales de Tampico, Madero y Altamira.

Desde la segunda marcha, van y vienen los secretarios de Gobernación y de Seguridad, Miguel Ángel Osorio Chong y Jesús Murillo Karam, anunciando nuevas estrategias de seguridad que juran que funcionarán. Los resultados habrá que verlos en los próximos meses, pero por lo pronto la situación no mejora.

Los comercios siguen cerrados. Otros, con miedo y todo los mantienen abiertos, con la precaución de que se presenten en cualquier momento los sonidos del “tata, tata, ta”; o de que sorpresivamente los visite la cobranza de piso por parte de los “malos-zeta” o los “buenos” o “fresas”, el Cartel del Golfo (CDG).  Esto ocasiona el cierre temporal o definitivo de la pequeña, mediana y micro empresa. Están presentes la quema de negocios, la extorsión, los secuestros exprés a gente con poca capacidad económica, asesinato de abogados, ejecuciones variadas y asalto a pasajeros de microbuses – lo que hace que deje de haber transporte a partir de las 10 de la noche. A partir de esa hora, la ciudadanía implementa algo parecido a un toque de queda, sin desearlo.

Mientras, la sociedad civil organizada en el movimiento Tamaulipas por la Paz sigue con las movilizaciones, como la del domingo 1 de junio, cuando se apostaron en el malecón de Tampico, esperando ver pasar al presidente Peña Nieto. Lo esperaban cerca de 4 mil manifestantes vestidos de blanco, quienes lo vieron  bajar del helicóptero, tocar el barco y perderse.

Secretarios de Gobernación, de Seguridad y respetable Peña Nieto: la sociedad, aunque espera, no olvida. Estuvo el compromiso de hacer que usted, presidente, viera a la gente manifestarse, pero no fue así. Hay decepción, sí, pero por el hecho de haberlo visto de lejos no se pierde la esperanza: se gana la organización para ver pronto a un Tamaulipas en paz y poder caminar tranquilos por nuestras ciudades libres de fogonazos.

 ¿Será posible?

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[1] El ex vocero de las autodefensas de Michoacán, José Manuel Míreles, aseguró que “la guerra no ha terminado” ya que aún no se restablece por completo el estado de Derecho y el crimen organizado todavía opera en la entidad. “La guerra no ha terminado, mediáticamente para una parte del gobierno federal ya terminó la guerra, ya se tomaron la foto con algunos líderes, porque esos no son autodefensas”, señaló Míreles durante un discurso en el poblado de Caleta de Campos. Criticó que algunos miembros de las autodefensas se equivocaron en el camino de la lucha social “porque esos (autodefensas) lo único que estaban haciendo era defender su dinero y creo que les ha ido muy bien”.

[2] TAMPICO Quiere paz

Eduardo cantú

OLA DE VIOLENCIA FUERA DE CONTROL, TAMPICO BAJO FUEGO Y TERROR, y un alcalde que declara que AQUÍ NO PASA NADA; QUE ES COSA ENTRE ELLOS y un Gobernador INEFICIENTE que es Gobernador gracias a la misma violencia en que recibió el estado CUANDO ASESINARON A SU HERMANO. Y que ha hecho. NADA. Contratar a la secretaria de la defensa nacional en 2000 millones de pesos anuales que es lo que le pagamos a la SEDENA por si ustedes creían que los soldados los pagaba el DF, pues no los pagamos con el dinero de Tamaulipas, y no nos ha servido de nada. La realidad es que ahora somos más débiles, el crimen aumenta y el discurso sigue siendo el mismo, ellos (los políticos) viven en un mundo de caramelo, y lo peor es que ni lo aceptan. Esto es como el alcoholismo debes comenzar por aceptar que eres un alcohólico, ese es el 1er paso. Sigan invitando a sus amigos a este grupo, es importante que hagámosle ver a los políticos, que lo que queremos es algo tan simple como vivir en paz y armonía.

 08 junio del 2014

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