Ciudad Juárez: A contracorriente de la cultura del narco, Rezizte interviene la calle

Jaime Quintana Guerrero

México. Fue en el año 2003 cuando empezaron a tener inquietudes por lo que sucedía en Ciudad Juárez, con las mujeres y  los jóvenes asesinados en los barrios,  después con  la guerra contra el narcotráfico y la militarización de la ciudad, relatan a Desinformémonos, David Flores y Jorge Pérez miembros de Rezizte, colectivo de artistas y activistas que empezaron a organizarse en actividades callejeras y que por medio de la gráfica expresan lo que sucede en esta fronteriza ciudad de México.

El nombre de Rezizte, cuenta David Flores, “fue debido a que la vida de Alex -un amigo- estaba por terminar, tenía leucemia y estaba ya en sus últimos días”. Relata que cuando lo fue a visitar pensó que no podía llevarle una tarjeta de “recupérate pronto”,   y lo único que se le ocurrió fue escribir un cartel con su nombre con la leyenda “Alex, Resiste”: “yo pensaba que eso era la ciudad, que estaba agonizando, algo estaba mal y algo peor estaba por venir”.

Ciudad Juárez se localiza al norte del estado de Chihuahua. No es un lugar turístico, en ella se encuentran ancladas industrias de las maquiladoras que dan trabajo a los migrantes de paso provenientes de México y Centroamérica. Fue en el sexenio del ex presidente Felipe Calderón que las cifras de muerte y violencia se manifestaron aquí de manera alarmante y con la guerra al narcotráfico se multiplicaron dejando a la ciudad vacía y en un estado de terror.

En 14 años, se registraron en Ciudad Juárez 3 mil 538 feminicidios, es decir, un promedio de 0.7 mujeres asesinadas por día, sin contar los desaparecidos, asesinados, o los llamados “falsos positivos” por la guerra contra el “crimen organizado”.

El Colectivo Rezizte tiene su sede en la colonia Villas de Salvácar, lugar donde en el año 2010 fueron asesinados 16 jóvenes y resultaron heridos otros 12, todos estudiantes de bachillerato, de bachillerato tecnológico y de la Universidad Autónoma de Chihuahua, por más de 20 sicarios que dispararon contra una fiesta.

Al día siguiente de la masacre, el ahora ex presidente de México, Felipe Calderón, declaró que fue un ajuste de cuentas entre bandas rivales, recuerda Jorge Pérez. “Fue en Japón donde Calderón dijo que todos los jóvenes éramos  delincuentes. Ese tipo de declaraciones nos estigmatizo, como si todos los jóvenes en Juárez fuéramos el brazo armado del algún cartel y entonces nos deberían de liquidar a todos”.

Después de los hechos de violencia y terror, explican los integrantes de Reziste, vieron que su tarea era “no dejar abandonada la calle a pesar de que estaban casi solas, por lo que procuramos hacer cosas para que salieran los chavos de sus casas. Ahora vemos que se sienten más seguros de salir”, relata David  Flores.

Hacer arte público e involucrar a la comunidad con talleres y pintas y “no dejar abandonada la calle, aunque Ciudad Juárez nunca volverá a ser igual. No podíamos estar encerrados para siempre”, añade Flores.

No hables con nadie, los militares son tus amigos

“La campaña del gobierno consistió en decir que el militar era tu amigo y que no hablaras con nadie”, explica el artista y activista Jorge Flores: “fue un bombardeo mediático. Se nos quiso imponer al militar como figura de protección en esa etapa en la que nos preocupaba el tema de la violencia, pero ni siquiera nos pasó por la cabeza que llegaría a ser más extrema,  que no íbamos a poder comprender”.

Esta situación se percibió más del 2008 al 2011, y explican que fue más radical con la militarización. En este contexto, la gráfica se arraigó más como resultado de la presencia de los militares. Ahora, añade el joven Jorge Flores  “después de que en el 2012 se van los militares, cambió un poco la dinámica de la ciudad y nosotros estamos buscando nuevamente el reencontrar la vida en Juárez”.

Coinciden los artistas en que no comprenden “como soportamos cuatro años con 2 mil personas que morían anualmente, 20 personas un día, al otro 30 muertos. Muertos, muertos, muertos, existía depresión en la gente, en la sociedad, terror, aislamiento, a la gente le hablaban para extorsionarla. Ya la gente ni contestaba el el teléfono”, relatan.

A muchos de los muertos se les consideró narcotraficantes y no era así, “eran personas que estaban en un lugar equivocado”. Existía temor y no había seguridad, “acercarse a la policía para nada, no tenías con quién ir para que se acabara esta situación y se veía lejana que se acabara”.

Su forma de lucha contra la situación imperante “siempre fue con una postura en lo visual.  Por medio de la gráfica hablar y dar un punto de vista. Lo que hicimos como grupo fue darle potencia a lo que cada quien venia trabajando”, apuntan.

La cultura del narco en los jóvenes

El colectivo retoma la resistencia y la figura del “pachuco” como parte de su identidad y su “marca” o logotipo es Tin Tan. David Flores, expone que “a los cholos como tales, desde los ochenta ya no los vemos, algunos conservan su apariencia, pero son pocos”.

“La neta nosotros nunca hemos dejado de lado el pachuquismo y lo promovemos”, ya que en la frontera “la primera noción de comunidad es el barrio y los primeros placazos cholos fue el muralismo chicano del otro lado de Ciudad Juárez, en Texas”. Explica David que en su barrio estaba La Sociedad de la Esquina, “un grupo de Cholos que se juntaban en la esquina, donde existían las riñas entre barrios y eran cuerpo a cuerpo”.

Los nuevos grupos de jóvenes son los Gangsta, quienes “siguen el estereotipo de las  cachuchas de basquetbol y jersey y tenis. Se comercializo la identidad y el fronterizo ya no se apega tanto al legado cultural de los pachucos”. La violencia ayudó a ese cambio, revela. “La imagen que proyectan es como de decir yo soy gáster y traigo pistola. Llegó la cultura del narco y de los Gansta, se está hegemonizando y te dicen si eres chavo te tienen que gustar los narcocorridos y la música alterada”.

Pintar es para hablar en Ciudad Juárez

“Nosotros nos conocimos en el 2003, estudiando diseño y artes en la universidad. El interés que nos unión fue el tema de la violencia contra la mujer, que es algo que nos tocó vivir desde que teníamos entre 13 y 16 años”, relata Jorge Flores.

Cuenta Jorge que David, “estaba un día haciendo un fanzine en una clase, era gráfica, y convocó a gente que le gustaba el proyecto, nos empezamos a reunir y un día nos pusimos de acuerdo para trabajar y así empezamos, fue muy rápido”.   Su trabajo duró varios años y después los proyectos ya no se limitaron a la gráfica o al diseño: “empezamos a organizar eventos y a conseguir fondos para realizar exposiciones. Y se comenzó una dinámica diferente. Nos queríamos identificar como un movimiento de muralismo”.

En un principio la gente los ubicó con el nombre de  Máscara 6 (seis) 5 (cinco) 6 (seis).  Máscara por la técnica de grabado y seis cinco seis, por la zona en la se encuentra Ciudad Juárez.

Su primer contacto fue con los grupos culturales y de resistencia, señala David, y agrega que “nunca fue en galerías y museos. La universidad, cuando supo que tenemos una postura, nos alejó. No nos importa que digan que somos artistas o no, nosotros vamos a seguir haciendo esto”.

Entrar al Barrio y crear una zona cultural: La Panadería Rezizte

Sobre la colonia Villas de Salvácar, Jorge Flores señala que es “un barrio medio conflictivo”. Aquí, dice, “la gente empezó a vernos trabajar pintando muros. Yo crecí ahí, y la gente del barrio ya empezaba a identificarnos como la gente de Rezizte, pues hicimos muchos esténcils en lugares abandonados y ocupamos espacios para pintar”.

“Nosotros queríamos festejar nuestro primer aniversario en grande, pintando”, relata Jorge Pérez. “Mi abuelo tiene una panadería y un patio enorme. Tapizamos de colores el espacio, pusimos una tarima para grupos. En ese momento se dieron cuenta del nivel de convocatoria que se habían generado con mucho trabajo, y se acercó gente que hace teatro, que escribe, que toca. Nos juntamos un montón de pequeños grupitos que hacen algo. Se abrió un espacio multidiplinario con mucha gente, y empezamos hacer otras cosas”.

Nace entonces la Panadería Rezizte, “lugar y patrimonio de mi abuelo Don Toño y de mi abuela Doña Tencha”. Un día llego la policía y quiso entrar y el abuelo les dijo “todos son mis nietos”. Desde ahí el espacio se convirtió en el espacio del abuelo y de los nietos, recuerda Jorge Pérez.

“A este espacio de la colonia llega la vecina, la abuelita con sus nietos. Ellos han  visto crecer el proyecto. En otra colonia lo empezamos hacer y ya es referente la Panadería. Nuestra convocatoria siempre fue de mano en mano, hacíamos copias y nos íbamos a los bares a repartir. En Salvárcar decimos que “vamos a vivir en paz y con mutuo acuerdo, en este espacio que es la Casa de Todos”.

“Lo que sigue”, dicen, “es seguir la gestión cultural, intervenir la calle, decir que existen más cosas. Nosotros queremos hacer y que lo que hacemos quede en la calle”, explican los integrantes de Rezizte.

29 junio del 2014

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