“Los espacios autónomos son fundamentales para resistir a las opresiones cotidianas”

Entrevista de Gabriela Moncau Traducción: Waldo Lao

Sao Paulo, Brasil. “La Casa Mafalda es un espacio autónomo, de gestión abierta, creado en agosto del 2011 para ser un laboratorio político de prácticas culturales y sociales”. Así lo define el grupo de personas que actualmente es parte de la gestión de la casa, localizada en el barrio de Lapa, en la zona oeste de la metrópoli paulista. Quien pasa por la calle Cléli no puede dejar de mirar la casa con un portón rojo y negro, y con una imagen que rinde homenaje a la más conocida creación del caricaturista Quino.

La casa se utiliza para diversas actividades, como exposiciones, debates, cursos libres, espectáculos de bandas alternativas y reuniones. El colectivo que actualmente mantiene el espacio es de nueve personas, “interesadas en una experiencia colectiva de autogestión, autonomía y horizontalidad, que buscan crear relaciones libres de opresión y explotación entre sí y con los asistentes al espacio”. En una conversación colectiva con Desinformémonos, el grupo relata su experiencia de resistencia como una fisura de autonomía, dentro de la conturbada ciudad de Sao Paulo y del actual contexto de luchas por el que pasa Brasil.

¿Cuales son las mayores dificultades que han enfrentado desde el 2011? ¿Cuáles han sido sus victorias?

Una de las principales dificultades que enfrentamos desde la inauguración en el 2011 es la manutención financiera. Casa Mafalda surgió de la compra de un lugar, de inicio adquirimos una deuda de miles de reales que apenas pudimos pagar en el 2012. Durante ese periodo, un inesperado problema con el piso y la exigencia de un apresurado cambio de inmueble resultó en la adquisición de nuevas deudas.

Por ser un espacio rentado y localizado en una región próxima al centro de la ciudad, el valor de la renta fue y sigue siendo alto. Para poder enfrentar todas esas dificultades, a lo largo del tiempo hemos experimentado varias formas que sean sostenibles, como la venta de bebidas en fiestas, la contribución voluntaria de apoyadores y socios y donaciones de los miembros del colectivo, hasta llegar a la combinación equilibrada de estos mecanismos como una solución actual.

La estabilidad para poder recaudar el dinero permitió la disminución de las fiestas y shows, que tenían como principal objetivo garantizar el pago de las cuentas. Así dimos lugar a un mayor número de actividades político – cultural y sociales. Esa es la mayor victoria: la Casa está finalmente siendo apropiada por diversos colectivos y personas de toda la ciudad

Otra de las dificultades que siempre acompaña al colectivo que administra la Casa es la de mantener la coherencia entre organización y principios. Las contradicciones entre discurso y práctica son hasta cierto punto de esperarse, ya vez que crecemos y nos desarrollamos en una lógica basada en la explotación, la competencia, la prestación de servicios y las relaciones opresoras.

Frente a la necesidad de reconocer tales contradicciones, un proceso que exige constantes autocríticas y reinvenciones, crearon un grupo de estudios sobre organizaciones políticas populares y autónomas, con el fin de aprender con la historia de esos grupos, de carácter y propuestas semejantes a Casa Mafalda.

Dificultades en la gestión del espacio, como ser “espontáneo” y la ausencia de una estructura organizativa, así como la división equivocada de las tareas y las prestaciones de servicios, culminaron con el desgaste de las relaciones entre los miembros de la gestión del espacio y el Autónomos/as FC, con lo que se desató el cordón entre el equipo de futbol y la Casa Mafalda en el segundo semestre del 2013.

Hoy, los dos grupos funcionan de forma separada, aunque en uno existan grupos del otro y viceversa. El grupo de estudio todavía trabaja, y nos ha ayudado a reconocer las mismas dificultades ya vividas en otros colectivos y a repensar nuestras prácticas en el sentido de buscar la coherencia con los principios y objetivos del colectivo y de la propia Casa.

También se creó un grupo interno de formación y estudios de género a finales del año 2013. Ese ha sido un espacio no sólo de estudio sobre el feminismo, sino de una autoevaluación de los miembros de la gestión, en el intento de establecer relaciones de confianza y libres de algunas opresiones que se manifiestan en diversos aspectos de nuestras vidas.

¿Cual es la importancia de un espacio autónomo como Casa Mafalda en una ciudad como Sao Paulo? ¿Existen otros espacios autónomos en la ciudad con los que ustedes dialoguen?

La Casa Mafalda tiene la intención de ser un espacio de formación no sólo para quien es parte de su gestión, sino también para quien pasa por aquí. Por más que se intenten construir nuevas vivencias en los espacios que la ciudad nos ofrece, en todo momento recibimos estímulos para correspondernos a la lógica capitalista que opera en el mundo y que se apropia de cualquier práctica y discurso que se le oponga. Es casi imposible resistir a la lógica del capital en los espacios de los cuales se apropia y transforma en su territorio.

En este sentido, la existencia de espacios autónomos no es sólo necesaria: es fundamental para que se pueda ejercer resistencia a las opresiones que nuestro cotidiano nos impone. En una ciudad en que los espacios de convivencia se restringen a los centros comerciales y a las galerías, en que las personas tienden a aislarse en sus departamentos y lugares de trabajo, en que los espacios públicos son transformados en estacionamientos y edificios, es en locales como Casa Mafalda donde se vuelve posible el debate sobre alternativas culturales, sociales y políticas, con prácticas que fortalezcan la convivencia autogestionada, autónoma y que privilegie relaciones de confianza, solidaridad y cooperación en una formación plenamente libertaria.

Otros espacios autónomos que existen en la Gran Sao Paulo con propuestas como Casa Mafalda, y con quienes mantenemos un diálogo, son la Casa de la Cultura Marginal (CCM), localizada en la zona sur y administrada por el Colectivo Hardcore Sin Patria, la Casa de la Lagartija Negra, en la ciudad de Santo André, administrada por el Colectivo Activismo ABC y que en 2014 cumplió diez años, y el Atelier Libre, en la ciudad de Mauá. También existe diálogo con el Espacio Pueblo Fuerte, en la ciudad de Suzano, y con la Biblioteca Tierra Libre, un espacio anarquista, aquí en Sao Paulo.

¿Cómo Casa Mafalda se inserta en el actual contexto de luchas en Sao Paulo?

Como espacio autónomo y libertario, la Casa es un espacio abierto para debates, actividades de formación, fiestas para juntar dinero solidario, y otro tipo de eventos que puedan dar soporte a las luchas de los movimientos sociales por la ciudad. Somos parte del Comité Popular de la Copa-SP, una articulación que desde el 2011 cuestiona los impactos de los mega-eventos de la Fifa en la ciudad, y realizamos actividades con movimientos aliados como el Movimiento Pase Libre (MPL), el Colectivo Desentorpeciendo la Razón (DAR), el Movimiento Autónomo por la Educación (MAE) y algunos otros. Además de eso, en la Casa se realiza la grabación del podcast del Colectivo Desobediencia Sonora, que entrevista militantes y activistas de diversas causas y que realiza también shows en que se mezclan diferentes escenas culturales de la ciudad. También realizamos algunos eventos que tienen como objetivo fortalecer prácticas y divulgar las luchas sociales. Uno de ellos es el CinEduca, una sesión de cine con películas que abordan el tema de la educación, seguida de un debate con los movimientos que actúan en esa área.

Otros espacios son los grupos de estudio sobre organizaciones políticas populares y autónomas, y otro sobre educadores que actúan en medidas socio-educativas. También tenemos el ¿Qué mierda es eso?, un evento que discute temas políticos actuales y cuenta con invitados militantes de otros lugares del planeta que presentan sus luchas. Además hacemos un evento para niños (acompañados de adultos) que se llama la Pequeña Mafalda, que trabaja con autonomía infantil, realizando actividades y asambleas en que los niños tienen voz -igual que los adultos- y en donde todos deciden colectivamente lo que hay que hacer en la próxima actividad.

Creemos que esa posibilidad de experimentar nuevas prácticas sociales en espacios autónomos es fundamental para la lucha por un mundo en que, como dicen los zapatistas, quepan muchos mundos.

31 de marzo 2014

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