Bab Al Shams, la Puerta del Sol de Jerusalén, fortalece la resistencia palestina

Candela Torres

Jerusalén Este. La repercusión de una noticia no siempre mide su importancia. Ni su éxito o su fracaso. Pero es cierto que en determinadas ocasiones la repercusión puede ser un colchón que amortigüe las posibles consecuencias negativas que cualquier acción pueda tener. Por eso, en esta nuestra era, la era de la comunicación, de la inmediatez y de las redes sociales, por eso, cuando se quiere asestar un golpe certero debe tenerse muy en cuenta ese aspecto. Por eso, precisamente por este éxito, no hace falta que les explique demasiado lo que es Bab Al Shams (búsquese en twitter o en google), una iniciativa de resistencia pacífica de los comités populares palestinos. Y quizá por eso también las represalias del pasado fin de semana no fueron catastróficas.

Ha consistido, consiste, básicamente en la creación de un pueblo mediante el levantamiento de tiendas en un terreno de los territorios ocupados palestinos, muy cerca de Jerusalén Este, en dirección a Jericó. Su nombre, la Puerta del Sol, podría evocar los movimientos de protesta en España, pero su elección ha tenido un componente poético y hermoso, el libro del libanés Elias Khoury, el cual le dedicó una entrada en su blog. No es casualidad la elección de este punto, ubicado en una zona denominada como E1, en la que el propio Netanyahu anunció la construcción de un gigantesco asentamiento que aislaría definitivamente a Cisjordania, un anuncio justo al día siguiente de la aprobación de Palestina como Estado Observador de la ONU.

Así, inicialmente 150 personas a las siete de la mañana del pasado jueves, la mayor parte de ellos palestinos, y un centenar más que lograron entrar al día siguiente, fundaron un pueblo, pero más que eso fundaron una idea, una manera de combatir al gobierno israelí, a su poderoso ejército, a sus armas y soldados dispuestos a obedecer órdenes o a escudarse en ellas. Y esta manera no es otra más que la de visibilizar con su acción el deseo, más que eso, el derecho, de recuperar una tierra que les pertenece. Y hacerlo sin violencia. Con organización y fuerza, con logística y valentía. Llegar y quedarse.

Pero además, los ciudadanos, los habitantes de Bab Al Shams no sólo han fundado una manera, sino que han refundado una esperanza, una luz que se reprime una y otra vez desde dentro de sus fronteras pero también desde fuera, la esperanza de que en la acción no violenta, en la resistencia, reside el éxito de su pueblo. Un camino que, admiten ellos, es de largo recorrido, un camino que no les desgasta y por el que, están, estamos convencidos, merece la pena trabajar. Y aunque en muchas, demasiadas ocasiones, no se visibilice en la esfera internacional, por razones que prefiero no analizar ahora, la realidad es que dedican mucho esfuerzo en avanzar por ese camino, en hacerlo con sabiduría, y en recorrerlo desde la base de un pueblo, de una sociedad, que se desmarca de posicionamientos políticos, de autoridades e intereses económicos o de simple poder.

Por eso afirmaba al principio de este texto que la repercusión de una noticia, de una acción no mide su importancia, porque hay elementos que nacen desde dentro de una sociedad que no pueden medirse en esos parámetros, elementos de éxito incipiente, del comienzo de algo. Aunque es cierto que en esta ocasión, al menos el hecho, en términos de comunicación, ha sentado un precedente tanto en las redes sociales como en la cobertura nacional e internacional. Medios de comunicación de todo el mundo se han hecho eco del nacimiento de este pueblo. Le han dado voz a esta idea, quizá porque es una idea que brilla, resplandece y capta la atención.

Mientras tanto, la dureza del día a día, la incómoda y permanente sensación de asfixia que aprieta al pueblo palestino desde hace más de medio siglo continúa en el presente de esta región. Pero una ligera brizna de aire se ha colado por entre los barrotes de los checkpoints, por entre las manos de los soldados que aferran sus armas, por entre las grietas del muro. Una brisa de esperanza. Y ahora, justo cuando escribo estas últimas líneas, leo que vuelven, vuelven a Bab Al Shams. Tened cuidado, ciudadanos de Bab Al Shams, dueños de vuestra tierra.

Candela Torres, es periodista y trabaja como técnico de cooperación en Jersusalén.

 

Publicado el 21 de enero de 2013

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de Geografía   Israel   Palestina   Reportajes   Reportajes Internacional  

Dejar una Respuesta