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El libro Félix Serdán Nájera. Memorias de un guerrillero jaramillista , camina por las luchas actuales de Morelos

Adazahira Chávez

Tepoztlán, Morelos. El libro Félix Serdán Nájera. Memorias de un guerrillero jaramillista, primera publicación de Desinformémonos Ediciones, escrito por Ricardo Montejano, inició su recorrido de presentaciones en diversos pueblos del estado de  Morelos, donde nacieron los movimientos zapatista y jaramillista.

Camarógrafo y fotógrafo en sus inicios, el autor Ricardo Montejano tiene 30 años como locutor y productor en Radio Educación. Sus programas –entre los que se cuentan Del campo y de la ciudad, La flor de la palabra, Abriendo Surco, Tercer turno, Crónica de fin de milenio, Cenzontle (cuentos y leyendas indígenas para niños) y, actualmente, Cosas de Indios– versan sobre política y cultura indígena, principalmente.

En su carrera de comunicador,  Montejano ha integrado alrededor de 15 centros de producción radiofónica; algunos se convirtieron posteriormente en radios comunitarias, como la actual Radio Jempoj, en Tlahuitoltepec Mixes, Oaxaca.

Además de periodista, Ricardo ha sido un militante de las luchas de los obreros y los pueblos originarios de México. Fue así como en la década de los setenta entró en contacto con luchadores experimentados que, posteriormente sabría, eran militantes jaramillistas, lo que se vería reflejado en su trabajo radiofónico a principios de los ochenta.

Don Félix Serdán tiene actualmente 95 años. En enero de 2013 cumple 96. Vive en Tehuixtla, Morelos, en una casa a la que llegan visitas de todo el país para compartir sus historias.

Montejano, compañero de Desinformémonos y autor de esta primera publicación, relata el recorrido de su obra:

– ¿Por qué consideraste importante escribir este libro?

– En primer lugar, es una historia que oficialmente ha sido escondida; en la Enciclopedia de México no se registra el nombre de Rubén Jaramillo. Un crimen de Estado vergonzoso, un crimen que no ha sido lavado, marca este proceso en donde siempre se minimiza la importancia histórica del resurgimiento del espíritu zapatista, no sólo en el estado de Morelos, sino también en el área de influencia zapatista, es decir, en los estados de México, Puebla, Distrito Federal y, obviamente, en Morelos.

Nos encontramos aquí con grandes luchadores sociales forjados en esta tradición de lucha que en varios momentos ha constituido, por sus esfuerzos, una amenaza para la estabilidad del sistema político mexicano. Hablamos de los movimientos sociales del magisterio y ferrocarrilero -a finales de los años cincuenta-, que sin los jaramillistas no hubieran brotado; hablamos de la reactivación económica de todo el estado de Morelos con la exigencia de la construcción del ingenio azucarero Emiliano Zapata en Zacatepec, Morelos, que fue la principal fuente de trabajo y de ingresos en todo el estado durante cinco décadas.

– ¿Quién es Don Félix Serdán y cuál es su relación con la lucha jaramillista?

El jaramillismo necesita ser conocido por los protagonistas de las luchas actuales y constituye una fuente de enseñanzas inagotable; es el caso de Félix Serdán, brazo derecho de Rubén Jaramillo,        quien portaba en los momentos difíciles dos armas: la de fuego y una máquina de escribir, que era más pesada. En 1943, Félix Serdán Nájera tecleó el Plan de Cerro Prieto, a la sombra de unos arbustos en el estado de Puebla, en un descanso de la persecución. El zapatismo se había reactivado en el estado de Morelos y todas las comunidades estaban organizadas, con Rubén Jaramillo al frente de la Liga de Comunidades Agrarias del estado.

Las movilizaciones eran multitudinarias, ganaron las elecciones para gobernador del estado en dos ocasiones, pero el triunfo les fue escamoteado. El movimiento encabezado por Jaramillo seguía la táctica de cubrir cada uno de los trámites legales, cercando al enemigo de clase en el poder hasta que no le quedaba otra opción que ceder a las demandas. Cuando las demandas -con sus principios de clase- eran imposibles de ser resueltas por la clase política, ésta recurría a la represión. Los jaramillistas fueron protegidos siempre por los pueblos de los estados en donde operaban; la razón se imponía y lograban la amnistía para poder seguir trabajando abierta y legalmente. Sin embargo, cuando las condiciones de lucha recrudecían, eran perseguidos nuevamente. De esta manera, al tener que recurrir a la violencia, la clase en el poder era desenmascarada y el movimiento se legitimaba.

El asesinato de Rubén Jaramillo y su esposa Epifania Zúñiga, de los hijos de ésta –entenados de Rubén-, Ricardo, Enrique y Filemón, más el niño que crecía en las entrañas de Epifania, vino a ser la única solución que tuvo el régimen de López Mateos para frenar este tsunami social que, junto con el movimiento magisterial y ferrocarrilero, había cimbrado al país.

Este crimen perpetrado hace 50 años sin duda alguna fue propiciado también por el gobierno norteamericano, ya que en 1961 y 1962 se estaba tejiendo una organización político-militar, encabezada por los jaramillistas, para responder a un posible ataque imperialista contra la isla de Cuba y ese pueblo revolucionario. La importancia de rescatar la memoria histórica de estos hombres es, por lo tanto, algo de primera necesidad para quienes estamos empeñados en la transformación de nuestro país.

La construcción de las memorias, ¿cómo fue?

Nuestro estilo de trabajo es la vía testimonial porque proporciona, en primer lugar, un lenguaje que cualquier ciudadano puede entender, sin formas elaboradas y sin la frialdad del analista o del investigador, y conlleva una carga emocional que fortalece el mensaje. Así que lo primero que hicimos mi hijo Jesús y yo fue grabar largas sesiones testimoniales con Félix, quien afortunadamente en el mes de diciembre de 1998 gozaba de una memoria privilegiada y recordaba inclusive los días de la semana de hechos que habían ocurrida hacía 50 años.

Después de editar estas grabaciones para elaborar y transmitir una serie de radio, transcribimos las pláticas y publicamos artículos a doble página en el periódico El Día, con algunas ilustraciones y grabados. Las ventas del periódico subieron, pues la serie de artículos duró más de un mes y se convirtió en coleccionable. Esto nos animó a emprender el proyecto editorial, con un aliento de darle más forma e incluir apéndices con poemas y canciones, con los tres planes del pueblo mexicano que muestran la continuidad de sus demandas- el Plan de Ayala, el Plan de Cerro Prieto y la Primer Declaración de la Selva Lacandona-, más una recopilación testimonial con Renato Ravelo, historiador de los jaramillistas. Con él platicamos sobre el tema del que nunca se habla, que es la relación de la izquierda y los jaramillistas, lo cual nos ubica en el proceso de las luchas sociales de la izquierda en México.

Este primer intento encontró por fin la posibilidad de edición con Desinformémonos. En las pocas presentaciones que hemos tenido, nos hemos dado cuenta de que este libro cae como el primer aguacero de la temporada de lluvias: en tierra ya sembrada y abonada. Hemos encontrado interés en muchísimos jóvenes; eso es invaluable y afortunadamente nos indica que transitamos por un camino correcto.

Voces e historias. Félix rechaza el protagonismo

El libro no es una historia de hazañas personales; Félix evita convertirse en personaje hablando siempre sobre el movimiento social de él y de sus compañeros. Como vivió los hechos, su testimonio es necesariamente incluyente de su participación, pero él no intenta nunca convertirse en protagonista. Su sencillez y modestia nos han privado tal vez de momentos que se antoja conocer, pero por otro lado nos dan enseñanzas del movimiento, no de él como persona.

Félix hace memoria de muchas personas que, de no ser por su mención, permanecerían desconocidas tal vez para siempre, y por lo tanto le da vida de nueva cuenta a muchas mujeres, compañeros, incluso a un niño, que lucharon con sacrificios por esta causa zapatista.

A lo largo del libro incluí en recuadros algunos textos de un folleto editado por la Unión de Pueblos de Morelos, con datos que nos ubican en los diferentes momentos históricos. También incluí un pasaje del libro de Paula Batalla, destacada luchadora del Partido Agrario Obrero Morelense.

El libro constituye en los hechos un concierto de voces, de alientos, de enseñanzas y de orgullo por luchar por, para y desde el pueblo.

¿Qué aportan las memorias de Félix Serdán a los movimientos sociales de hoy?

El jaramillismo es el eslabón perdido de los movimientos armados en nuestro país. Se creía que después de la pacificación en los años treinta, la tradición de lucha armada del pueblo mexicano resurgía hasta los sesenta, pues el silencio oficial y las limitaciones de la izquierda mexicana no habían tomado en cuenta el proceso que se había vivido con el jaramillismo y que constituye precisamente esa línea de continuidad aparentemente perdida.

Al conocer los hechos del jaramillismo, los pasajes anteriores y posteriores a él –finales de los treinta, principios de los sesenta- empiezan a cobrar sentido y entonces podemos ubicar cómo esta línea de continuidad se mantuvo, cómo se mantuvo viva la flama de ésta tradición de lucha armada del pueblo mexicano.

Es necesario aclarar, como lo reitera Félix en el libro, que la violencia revolucionaria nunca fue ejercida sino para ponerse a resguardo de la violencia reaccionara de los diferentes regímenes; los jaramillistas nunca tomaron las armas para otra cosa que para defenderse. Ellos nos enseñan que la clandestinidad no es lo que más hay que buscar, sino una medida necesaria para la preservación del movimiento. También nos enseñan que no hay como actuar a la luz, abiertamente, mano a mano con todos, bajo el principio de que si cien personas desarrollan una acción y logran un triunfo, cien personas lo defenderán, pero si son 100 mil, un millón o decenas de millones de personas quienes impulsan una lucha y logran triunfos, serán decenas de millones de personas quienes lo defenderán.

¿Cuál es tu pasaje favorito del libro?

La forma en que Rubén Jaramillo adquiere el primer grado en las filas del Ejército Libertador del Sur a los 14 años, cuando lo mandan a investigar si existen tropas del gobierno en la zona de Tetela del Volcán y él regresa con los 15 soldados que encontró, como prisioneros de guerra.

Este pasaje cautiva el interés, otorga la simpatía hacia el personaje, marca la continuidad del zapatismo y del jaramillismo -porque fue al lado de Emiliano Zapata- y nos da una idea de la fuerza que como dirigente tenía Rubén Jaramillo, quien era, a decir de su también compañero Mónico Rodríguez, “un perol de acero hirviendo”.

Cómo autor, ¿qué deseas para este libro?

Yo espero que en los pueblos en lucha más aislados, los hijos o nietos que asisten a la escuela le lean en voz alta a la familia los diferentes pasajes y le muestren las fotos, porque indudablemente –tanto a Félix como a mí- tenemos como propósito un fin didáctico, pero nuestra forma de enseñar no es solo con las ideas abstractas, sino que es con base a ejemplos concretos, con el vientre y con el corazón.

Publicado el 10 de diciembre de 2012

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