El Colectivo, una editorial que no renuncia al sueño de la autogestión y la autonomía

Mariátegui - La revista de las ideas

Buenos Aires, Argentina. Con el objetivo de elaborar nuevos textos desde el terreno popular pero de un modo distinto al habitual, partiendo de la acción, la Editorial El Colectivo propone recuperar las tradiciones emancipatorias, para proporcionarle un nuevo significado a la palabra y a la historia, y para brindar un espacio donde autores y autoras de diversas tendencias o corrientes puedan publicar.

En entrevista, Fernando Stratta, coordinador de este esfuerzo editorial, habla del proceso de construcción de este espacio.

 – ¿Cómo se inicia este proyecto editorial?

El Colectivo es un proyecto que nace en el año 2007 con sus primeros libros, es decir que ya cumplimos cerca de cinco años, y nace entonces como una necesidad de una parte del campo popular y del Frente Popular Darío Santillán (FPDS) de generar algunos canales de difusión y de dar visibilidad a un campo de ideas, que si no contábamos con una herramienta editorial iba a ser difícil instalar y hacer circular.

Entonces, con ese diagnóstico y sabiendo que contábamos con algunas compañeras y compañeros que podían ponerle cuerpo a ese proyecto, en el 2007 salimos con los primeros libros; uno de ellos es El Sueño de una Cosa, Introducción al Poder Popular, de Miguel Mazzeo. Desde un inicio, el proyecto lo que buscaba era difundir textos de ensayo político, porque eso era lo que nosotros veíamos como prioritario.

Empezamos sin demasiada idea de lo que era llevar adelante un proyecto editorial, y sobre la marcha fuimos aprendiendo muchísimas cosas que hoy más o menos podemos tener como sabidas. No teníamos mucha idea de la complejidad que podía llegar a tener sostener un proyecto editorial a lo largo de los años, después se demostró que era bastante más complejo que sólo sacar algún libro.

– ¿En el tema técnico cómo están ustedes?  ¿Tienen imprenta?

Nosotros comenzamos nuestras primeras ediciones,  tercerizando la imprenta. En el segundo año (2008) hicimos un intento de cooperativizar ese trabajo, a partir de un proyecto también autogestionado.

Hicimos la prueba con algunos libros, que no han sido más de cinco o seis en el 2008, pero las posibilidades técnicas de ese proyecto de imprenta eran limitadas, por lo cual también tuvimos que volver a tercerizar la parte de imprenta, y, a cinco años de trabajo de la editorial, seguimos tercerizando esa parte. Eso uno de los cuellos de botella o de los déficits más importantes de nuestro proyecto, no poder gobernar esa parte del proceso productivo.

Nosotros trabajamos la recepción de un texto, la corrección, la edición, el armado del interior y el arte de las tapas. Un grupo de compañeras y compañeros nos distribuimos de forma cooperativa todos esos trabajos; lo que no podemos hacer todavía es gobernar la última parte del proceso, el de imprenta, porque eso implica una capacidad de capital fijo que no tenemos.

– ¿Qué tan importante es tener un público cautivo, al que dirigen sus publicaciones para que la editorial se desarrolle?

 En realidad eso es fundamental, no sé si en términos de público cautivo, sino en este sentido: nosotros tenemos una evaluación donde sabemos que el 80 por ciento de los libros se venden por fuera del circuito comercial de librerías; ese 80 por ciento, al que nosotros llamamos venta directa, en realidad significa que son ventas en actividades y ferias, por ejemplo el pasado 25 y 26 de junio, en un foro estudiantil. En este porcentaje también se incluyen las ventas de nuestros propios compañeros regionales de todo el país, son ventas de agrupaciones culturales, estudiantiles y territoriales que nos piden libros y a ellos les sirve para trabajar.

Por lo tanto, lo que hacemos es poner a circular una cantidad de libros muy grande por distintos lugares y el retorno de esos libros es un poco más lento, pero es lo que nos permite tener una garantía de retorno en términos económicos y que es lo que permite que el proyecto siga funcionando.

Esa venta, por un lado, para nosotros es más redituable económicamente, porque el circuito de librerías es muy desleal o muy leonino; del precio de tapa de un libro en librería, a nosotros como editorial nos dan sólo el 40 por ciento del precio de tapa.

En cambio, en el circuito alternativo, por un lado el retorno es mejor para nosotros, aunque más lento, pero sobre todo –y a esto es lo que apostamos- en ese circuito de venta directa llegamos al público que a nosotros nos interesa llegar, que es un público con un perfil de militancia política.

Por lo tanto, ese circuito de venta directa, en mano, es lo que nos permite a nosotros llegar al público que necesitamos llegar y que el proyecto pueda mantener la autonomía y seguir siendo un proyecto autogestivo que no recibe un peso de nadie y sigue funcionando.

– ¿Cuántos títulos han publicado?

Hasta ahora hemos publicado aproximadamente 40 títulos, de los cuales algunos están agotados, sobre todo de los primeros años.

 – Ustedes hacen trabajos de coedición ¿Qué importancia tiene esto?

Desde el comienzo nosotros empezamos a trabajar en términos de coediciones con otros sellos editoriales, con otros grupos y colectivos culturales, porque nos parecía que esa era la forma de empezar a tejer confianzas y trabajo conjunto con otros grupos.

En Argentina, por ejemplo, hemos editado muchas cosas con América Libre, que es una editorial que sostiene el grupo Pañuelos en Rebeldía.

Hemos hecho trabajos con el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil. No hemos coeditado con Expressão Popular, que es la editorial del MST, pero sí hemos hecho trabajos de traducción, por ejemplo publicando en Argentina un libro de formación del MST.

En ese mismo sentido, con Uruguay, en la editorial Extenso, de la Universidad La República de Montevideo, también hicimos el año pasado una primera experiencia de coedición.

El libro que estamos por sacar este año, con la editorial Lanzas y Letras de Bogotá, Colombia, es una selección de textos del colombiano Orlando Fals Borda, fundador de la carrera de sociología en Colombia, junto con Camilo Torres.

Es parte de la política editorial que empezamos a proponernos desde el primer año, realizar trabajos de coedición, ya sea editando en Argentina títulos que se editaron primero en otros países o bien proponiendo nosotros algunos títulos.

En el caso de Venezuela y la Editorial El Perro y la Rana, ya hemos publicado cerca de cinco títulos, que originalmente se publicaron primero en Argentina.

Para nosotros es una forma de consolidar relaciones estratégicas, en términos del campo cultural y que nos permite también agrandar un catálogo que sin ese compartir ese trabajo conjunto, ya sea de la corrección, del armado de los libros o de los costos mismos que implica llevar adelante la impresión de un libro, nos veríamos limitados en nuestra capacidad de aumentar el catálogo.

El trabajo editorial que hacen ustedes tiene que ver con lo político, ¿qué importancia tiene la producción propia, independiente y autónoma para la lucha de las ideas, la batalla política, la resistencia popular ante el poder hegemónico que se vive en el continente?

Eso fue parte del diagnóstico que nos llevó a impulsar la editorial hace cinco años. Nosotros sabíamos que en el campo de la producción de libros había un nicho, una grieta, en la cual también teníamos que aportar nuestro granito de arena, para publicar libros que aportaran al debate de ideas dentro de las organizaciones en lucha, en la Argentina y en el continente.

El grado en el que un libro aporta a la transformación revolucionaria sabemos que es limitado, nosotros dijimos en la presentación de la editorial que; “sabemos que los libros no cambian al mundo, pero hay algunos que lo cambian más que otros”, esto un poco en broma y un poco en serio.

Sabemos que es un aporte, en este sentido, de un pequeño grano de arena en el campo cultural, pero es justamente muy importante. Si no, no estaríamos dando esta batalla también y no hubiésemos impulsado la Editorial El Colectivo.

Así que en términos políticos nos parece que es una apuesta que valió la pena iniciar y que vale la pena sostener ahora, y de hecho creo que junto a la nuestra hay otras experiencias que demuestran que desde las organizaciones populares, estos proyectos culturales son necesarios.

Y también es interesante, en términos de las características de nuestro proyecto, autogestivo, autónomo que implican todo un desafío para sostenerse en el tiempo porque hay que lidiar permanentemente con una lógica capitalista de producción, de lo que son en general las editoriales en la Argentina y en todo el mundo.

Por lo tanto, nos implica a nosotros mucho esfuerzo militante y mucha creatividad para ir generando los canales de circulación, de distribución y de comercialización que excedan el mero circuito habitual de librería, porque con esas leyes nosotros obviamente tenemos todas las de perder.

Pero eso nos exige una cuota de creatividad también para que los proyectos autogestivos puedan continuar adelante.

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