La minera Goldcorp, a juicio popular por daños a la salud en Centroamérica

Susana Norman

San Marcos, Guatemala. La minera canadiense GoldCorp afecta gravemente la salud y la vida de los pueblos en los que se asienta, denunciaron los afectados por sus filiales: Mina Marlin, de San Miguel Ixtahuacán, en Guatemala; Mina San Martín, del Valle de Siria, en Honduras; y Mina de Carrizalillo en Guerrero, México.

El pueblo organizado maya mam de San Miguel Ixtahuacán convocó un Tribunal Popular Internacional de Salud como foro de denuncia en el que participaron 13 jueces y expertos en materia de salud, antropología y derechos humanos y colectivos, que al escuchar las historias de las tres comunidades afectadas emitieron un dictamen y un pronunciamiento del Jurado del Tribunal enfocando tres aspectos: el impacto en la salud de las tres comunidades denunciantes, la destrucción de sus territorios y el respeto a su autodeterminación.

El Tribunal de Salud es en ese sentido un paso, quizás importante, para romper el cerco mediático que censura a quienes se oponen a los megaproyectos. Un ejemplo de ello es el surrealista bloqueo de los medios comerciales de Guatemala a una megamarcha el pasado 30 de junio, que convocó a cerca de 20 mil personas en San Juan Sacatepequez, en contra de una minera cementera y el establecimiento de una brigada militar. Otro paso importante es articular a las luchas antimineras en Mesoamérica, que hasta ahora han sido “importantes, pero aisladas”, resume el médico y militante Juan Almendarez, de Honduras. Además de las tres comunidades denunciantes, participaron comunidades de Chiapas (México), Nicaragua, Costa Rica, Panamá, El Salvador y de otros departamentos en Guatemala para compartir sus historias y tejer redes de resistencia.

Se dio inicio al Tribunal con una ceremonia maya, seguida por presentaciones de danzas de los pueblos mames y música. Luego la audiencia escuchó los testimonios de personas afectadas y pueblos en resistencia contra Goldcorp. Muchas y dolorosas, pero también combativas, fueron las historias que representantes de las comunidades afectadas compartieron ante el Tribunal de Salud. De Honduras, Guatemala, y de los estados de Guerrero y Chiapas, en México, cada persona relató la preocupación que comparten por el futuro de sus hijos y por las afectaciones en el medio ambiente.

Los ecosistemas no se recuperarán por siglos de las altas concentraciones en los ecosistemas del cianuro, substancia tóxica, y de metales pesados como el arsénico, el plomo o el mercurio. La contaminación se distribuye por grandes áreas a través de los ríos y sistemas de agua; así, las plantas tienen alta contaminación de metales tóxicos que ponen en alto riesgo la salud de seres humanos y animales. Algunos relatan cómo las comunidades en Honduras, al carecer de otras fuentes de agua, se han visto obligadas a seguir tomando el agua que se ha demostrado que contiene una alta concentración de arsénico. Representantes de las comunidades en México y en Guatemala relatan cómo han visto la triste imagen de pájaros que bajan para beber del río y que después ya no logran volar más.

Dolores de cabeza, narices que sangran, náuseas, problemas respiratorios graves, ardores en los ojos y en las gargantas son solo algunos de los síntomas que debilitan a niños y adultos. Los médicos presentes, tanto de Guatemala como de Honduras y México, nos recordaron que si bien estos síntomas externos debilitan la salud y ponen en riesgo la vida de los más pequeños o los más ancianos, son a la vez sólo un reflejo de problemas mucho más graves de salud: reflejan enfermedades internas, más complejas y muchas veces crónicas, así como diferentes tipos de cáncer o enfermedades en el sistema nervioso, quizás solo visibles a lo largo del tiempo, y por eso más difíciles de comprobar y denunciar ante las empresas mineras, que hacen lo posible por escapar de su responsabilidad.

Niños y niñas que nacen enfermos, deformes o que mueren antes de poder crecer. Miguel Mijango de Guerrero, México, cuenta que a dos años de establecerse la mina en la comunidad el Carrizalillo, la tasa de partos prematuros aumentó. Las mujeres guerrerenses comparten historias dolorosas de ver nacer sin vida a sus bebés prematuros. Algunas cuentan que la piel de los pequeños cuerpos sin vida se vaía enferma, con ampollas y manchas. Juan Almendarez, médico hondureño con un fuerte compromiso social, nos recuerda que además de las enfermedades que se manifiestan en lo físico, la destrucción de las tierras y la naturaleza provoca un desgaste en la salud mental y genera depresión en las personas. “Y la tristeza también mata”, resume.

Las personas que expusieron sus testimonios ante el Tribunal también destacaron cómo Goldcorp llegó a sus territorios con engaños y con diferentes estrategias para dividir a las comunidades. Como recomendación a otros pueblos, no hay que dejar que lleguen las mineras, concluye la gente, porque cuando ya están, es casi imposible sacarlas. La insistencia del pueblo de San Miguel Ixtahuacán, y muchos pueblos más en Guatemala, de que el estado y las mineras respeten las Consultas Comunitarias -que demuestran un contundente ¡no a las mineras!-ha sido contestada con represión que se manifiesta en agresiones físicas, intimidaciones, asesinatos, medidas cautelares y exclusión. Reina Gerónima, de la Aldea Siete Platos, de San Miguel Ixtahuacán, relata la experiencia vivida el 28 de febrero del 2011. Guardias armadas de Goldcorp pararon un camión e hicieron que todos y todas se bajaran. Exigieron que los pasajeros entregaran a un representante, y ante la respuesta de que todos y todas representan lo mismo, fueron agredidos. “Mujeres quedaron tiradas, y nos dispararon cuando tratamos de escapar. Para intimidar a las mujeres, nos dicen que nos van a violar”, continúa Reina. “Pero a pesar de las calumnias, maltratos y agresiones, seguimos de pie”.

Sobre las concesiones mineras, que en México abarcan cerca de una tercera parte del territorio del país, se denunció al Tribunal que cada concesión debe verse como una concesión de muerte, porque además de la contaminación y división que genera, “cuando sacan plomo en Honduras”, dice Juan Almendarez, “ese plomo regresa a Honduras como balas, y estas balas son las que nos matan a las personas que estamos en la resistencia, porque los que defienden a las mineras están armados hasta los dientes”.

La familia guatemalteca Choc, del Estor en el departamento Izabal, también ha sentido la represión en carne propia. Angélica Choc insiste a las demás comunidades: “¿Qué va a pasar de nosotros, si no actuamos? Somos indígenas, debemos de defendernos. Yo soy hermana del preso político Ramiro Choc, quien fue encarcelado por su lucha contra las mineras. ¿Hasta cuándo va él a resistir en la cárcel? ¿Hasta cuándo se ejecutará la orden de captura del jefe de seguridad de la empresa minera CGN, que quitó a mis hijos el derecho de tener un padre?” Angélica se refiere al año 2009, cuando después de una protesta, su esposo Germán Chub Choc fue arrastrado hasta la mina de níquel y ejecutado por el jefe de seguridad de esta empresa, subsidiaria de la canadiense Hudbay. “Se preguntarán de dónde saco mi fuerza para seguir resistiendo y apoyando a la madre tierra y a los demás hermanos indígenas”, continua Angélica. “Mi esposo derramó su sangre por esta linda tierra que tenemos, yo tengo que seguir”.

La sentencia de los jueces que participaron en el Tribunal no mostró ninguna duda en cuanto a la gravedad de las afectaciones de la explotación de Goldcorp en los territorios y en la salud de los pueblos San Miguel Ixtahuacán, Valle de Siria y el Carrizalillo. En su resolución final exigieron a Goldcorp “compensar los daños pasados, presentes y futuros causados a las personas y las comunidades, considerando que la contaminación es persistente y puede durar aún cientos de años”, además de “suspender toda operación minera en Mesoamérica y garantizar la no repetición de los hechos aquí denunciados”. Entre las recomendaciones de los jueces a los pueblos denunciantes estaba el “impedir, mediante todos los medios pacíficos que tengan a su alcance, las operaciones de la empresa Goldcorp en sus territorios. Esto mediante alianzas multi-sectoriales e inter-disciplinarias, y presiones sobre los organismos competentes.”

Las comunidades afectadas y en resistencia que participaron en el Tribunal comunicaron la fuerte necesidad de seguirse organizando y fortalecer los vínculos locales, nacionales e internacionales para hacer frente a las mineras. “No podemos negar que tenemos miedo y terror”, insiste un hondureño, “pero la única forma de vencer ese miedo y terror es unirnos con el pueblo, para ser un solo nudo”.

Publicado el 6 de agosto 2012

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