En Francia, más vale parecer francés

Entrevista y traducción: Arthur Lorot

« Si hay quienes están incómodos en Francia, que no duden en dejarla ». Con estas palabras a un año de su elección, Sarkozy dió a conocer su postura sobre los extranjeros. Y cumplió cuando creó el ministerio de la Imigración y de la Identidad Nacional, cuya misión es principalmente criminalizar a los indocumentados. En el ultimo año, 32 922 personas fueron expulsadas del territorio nacional después de haber pasado meses en centros de retención administrativa, en condiciones tales que protestan prendiendo fuego, como ocurrió en Vincennes en 2008, en Saint-Exupéry en 2011 o apenas en marzo en Palaiseau. En este último caso, un hombre no solamente intentó incendiar su celda, sino que también se abrió las venas.

Es necesario destacar que el ministro de la Identidad Nacional, Brice Hortefeux, fue condenado en junio de 2010 por insulto racial, y sin embargo conservó su cargo ocho meses más. Quien lo reemplazó, Claude Guéant, rebasó las cuotas de expulsiones, y declaró hace dos meses que « todas las civilizaciones no se valen ».

Le Front National, partido de extrema derecha francés, obtuvo el 18 por ciento de los votos durante la primera ronda de las elecciones presidenciales. Este partido, cuyo lema es «Francia para los franceses», es entonces la tercera fuerza política del país. No faltan los comentarios sorprendidos pero estas cifras terribles no destacan en el ambiente del país, donde los extranjeros y los franceses de origen extranjero sufren cantidad de discriminaciones, como lo explica a Desinformémonos Pierre Tartakowsky, presidente de la Ligue des Droits de l’Homme (Liga de Derechos Humanos).

La Liga de Derechos Humanos es una organización ciudadana que nace en 1898 para defender la inocencia del Capitán Dreyfus, soldado judío condenado erróneamente por alta traición. Desde entonces, inscribe su actividad en la esfera política, y anima el debate público. A través de sus 300 secciones, organiza una red de solidaridad y ciudadanía en todo el territorio, junta con un gran número de asociaciones y sindicatos.

¿Cómo ve la Ligue des Droits de l’Homme (Liga de Derechos Humanos), a través de su larga experiencia, la evolución del racismo en Francia durante las últimas décadas?

La crisis social constituye una tela de fondo de este fenómeno, tejida con preocupaciones y angustias que se arraigan en el miedo de perder un estatus social en un contexto en el que las desestabilizaciones de la globalización financiera favorecen la asociación con la figura clásica del extranjero aprovechado. Si el racismo como tal se quedó mucho tiempo en la esfera de lo «políticamente incorrecto», la subida del Front National (partido histórico de la extrema derecha) constituyó un factor de ruptura que permitió, con el pretexto de no dejarle el monopolio, tener discursos discriminatorios y xenófobos. Esta lógica se reveló suicida porque los franceses prefieren el original a las copias y porque los tabús racistas cayeron uno tras otro. La elección de Nicolas Sarkozy como presidente de la República constituye en este aspecto una aceleración remarcable. Con él, la xenofobia ambiental se vuelve plenamente una xenofobia de Estado, y su perfecta ilustración es la creación de un ministerio de Identidad Nacional.

¿Cómo cambió el contexto socio-político ?

Las posturas adoptadas por el gobierno francés han alimentado la xenofobia tanto como ésta a él. Hemos asistido al crecimiento de temas étnicos en el debate político al mismo tiempo que a una trivialización del fenómeno. Este proceso ha construido de facto en las conciencias, si bien no en los textos legislativos, una lógica de « ellos » y de « nosotros » muy lejana a los fundamentos del espíritu de la República.

Sin embargo, también ha sido el momento de grandes resistencias sociales a las políticas xenófobas del gobierno, en particular con la actividad sostenida de Réseau éducation sans frontières (Red educación sin fronteras), que defiende el derecho a la educación de niños de familias « sin papeles », y con una huelga de trabajadores indocumentados muy secundada que ha logrado « sacarlos » del gueto clandestino en el que la política gobernamental les habían encerrado, afirmando así su dimensión social. Estos dos movimientos son muy populares en el país.

¿Cuáles son los principales tipos de racismo en Francia?

El racismo no hace mucha diferencia entre los « otros », y nunca está muy lejos el antisemitismo cuando el racismo se manifiesta. Lo esencial concierne a la inmigración magrebí por razones que tienen mucho que ver con la historia colonial francesa. Hoy, este discurso ha logrado imitar las formas de una protesta con resonancia laica contra los musulmanes, jugando con las amalgamas entre islam, fundamentalismo, islamismo, acción armada… Los gitanos constituyen un blanco de lujo, en particular para las instituciones públicas, dado que el mismo presidente de la República tomó la responsabilidad de designarlos colectivamente como perturbadores. También podríamos hablar de la comunidad de Las Comoras (islas del Océano Índico) de Marsella, una de las más grandes ciudades del país, que ha sufrido el mismo tratamiento por parte del ministro del Interior.

¿Cuáles son las consecuencias sufridas por las comunidades tocadas? ¿Existen variaciones según las víctimas?

Los gitanos son expulsados brutalmente del territorio, después de ver sus campamentos precarios destruidos. Los « sin papeles » – sin importar la edad – son encerrados en centros de retención, donde sus derechos se reducen a lo mínimo, y su caza está organizada de manera metódica en toda Francia. Esta situación de clandestinidad estructura en cascada una multitud de discriminaciones en los ámbitos habitacional, sanitario y laboral, más violentas aún porque esas poblaciones se encuentran debilitadas con respecto a la ley. Cotidianamente, un racismo de facto se expresa a través de los controles policiales basados en la apariencia de las personas: jóvenes y adultos, cuya apariencia corresponde a un esquema racial del delincuente potencial, son controlados y detenidos a veces varias ocasiones al día. Esa atmósfera nociva pesa sobre los extranjeros pero se extiende a todos los ciudadanos: quienes « parecen » extranjeros, « ayudan » a los indocumentados, se casan con extranjeros, o los franceses por naturalización, como si hubiera varias categorías de franceses, unos « verdaderos » y otros « falsos ».

Publicado el 30 de Abril de 2012

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