Il Graffio: Un sueño barrial en la periferia romana

De la redacción de Il Graffio Traducción: Amaranta Cornejo Hernández

Labaro, Roma. Edificios

El único viaje verdadero no consiste en la búsqueda de nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos”

Marcel Proust

Roma, Italia. Roma, la ciudad eterna, además de ser la capital de Italia es el área común más extendida y poblada de nuestra península. No es menos importante la historia que la une con el gran imperio romano, su fundación data del 21 de abril del 753 a.C.

Al norte de Roma, cerca del río Tíber, uno de los más importantes del país, se encuentra la zona urbana de Labaro, la cual cuenta con 22 mil 674 habitantes. Su nombre viene del hecho histórico que sucedió en el año 312 a.C., y que tuvo como protagonista al emperador de Roma, Constantino el grande. Durante la batalla de Saxa Rubra, al emperador se le cayó de las manos el labarum, que era un estandarte militar que debía preceder al ejército en cada batalla. Desde entonces este territorio se llamó Labaro.

Ubicada en la zona periférica no lejana de la Roma conocida, no por esto debe ser considerada menos importante y encantadora. La fortaleza de esta zona radica en su paradójica contradicción interna. Paseando por las calles se puede encontrar a personas de distintos extractos sociales, italianos y extranjeros provenientes de todo el mundo, ancianos con ojos cansados como señal del tiempo y de la vida sin entusiasmo, y jóvenes esperanzados listos a cambiar el mundo con la fuerza de sus ideales. A veces se respira música y poesía, borrada unos metros más adelante por el grito desgarrador de los viejos edificios abandonados a su suerte. Cemento y prados se alternan para ser el fondo de los paisajes que van a lo largo de la superficie de 9 mil 139 kilómetros cuadraros. Labaro es esto y mucho más.

Labaro: una doble identidad

La primera imagen que suscita el término “barrio” es la de un grupo heterogéneo de personas a lo largo de una calle principal o quizá reunida en una plaza. Tal imagen delinea sustancialmente lo que hay dentro de la palabra: un concepto de compartir. Vivir realmente en un barrio significa compartir el camino histórico, la evolución de los espacios, el cambio estructural y social. Percibir la zona donde se vive como un espacio exclusivo, familiar y acogedor es la clave para sentirse en armonía con lo nos rodea. El lugar donde se vive, de hecho, no puede ser considerado sólo con un mero conglomerado de casas, construido con fines puramente logísticos o por necesidades empíricas. El lugar donde pasamos nuestra existencia no se puede reducir a un frío elemento arquitectónico. Entonces, el sentimiento de pertenencia al propio territorio se manifiesta a través de la plena consciencia y la profunda atención respecto a todo lo que sucede afuera de la casa.

Todo ciudadano contribuye a la formación de la comunidad, todos forman parte de una única entidad colectiva. Para que siempre pueda haber una linfa vital brillante y activa es necesario que haya un interés recíproco, una sincera curiosidad respecto al otro, un intercambio relacional efectivo. Sin embargo, actualmente, ese estímulo hace falta completamente en el barrio de Labaro. De hecho, esta zona pareciera sufrir un padecimiento particularmente preocupante: la indiferencia. Caminado por las calles se puede uno dar cuenta que las miradas de las personas no se cruzan casi nunca. Todo mundo camina derecho, casi ahogados en sus problemas cotidianos, sin importarles lo que sucede a pocos metros. Por eso es común que Labaro sea definido como un “barrio dormitorio”, porque la gente sale de su casa temprano por la mañana para irse a trabajar, y en la noche, cuando regresa prefiere quedarse en casa. Nadie siente el estímulo de salir, nadie tiene ganas de saber si se construyó un nuevo edificio o si se convocó a participar en un evento. Todo permanece estático, inmóvil, nada cambia. Un comportamiento como éste es causado en parte por la distribución tan fragmentaria del territorio. Están casi ausentes los puntos de agregación o de encuentro como las plazas, calles principales peatonales, centros sociales. Por esto, los jóvenes que sentimos la necesidad de comunicarnos con nuestra propia generación, de interactuar con nuestros coetáneos, sentimos un fuerte malestar, un sentimiento de pérdida que mata desde el principio cualquier intento.

El escenario pareciera no tener salida, pero puede transformarse, tener una evolución, cambiar. El punto de inflexión está en la mente y en la voluntariedad de todos aquellos que dan voz a su íntima necesidad de comunicarse, que rechazan la condición de espectador pasivo, impotente frente a la realidad. Labaro, como cualquier barrio del mundo, respira a través del entusiasmo de sus propios habitantes, se alimenta del fecundo movimiento de las ideas y se regenera a través de una sólida colaboración social.

Labaro y la política, una relación de amor y odio

Labaro es parte del municipio XX de Roma, conformado por un concejo municipal, una junta y un presidente. Desde siempre ha sido un bastión del centro-derecha. Desde hace 20 años el partido más fuerte es el PDL (Partido Democrático), fundado por Berlusconi. Por otra parte, el centro-izquierda no es lo suficientemente fuerte como para cambiar la situación, y tiene un difícil rol de oposición. Se hallan presentes otros partidos: Partido Democrático, Partido de los Comunistas Italianos y Refundación Comunista.

La actividad política en el territorio es realizada más que nada por partidos de centro-izquierda, y según las disputas, con mucho esfuerzo logran que participen los ciudadanos en varias iniciativas que son organizadas, aunque no estén acostumbrados a la política italiana.

Los problemas de la zona son varias y cada uno tiene una entidad, aunque las instituciones más de una vez no se hayan mostrado a la altura para resolverlos. Es por esto que los labareños miran con desconfianza las acciones de los partidos.


Muchas sombras, pero también luces cubren la política de esta periferia. De hecho, en muchas ocasiones, cuando los partidos han puesto en el centro a los bienes comunes (agua, justicia, energías renovables), la gente se ha mostrado voluntariosa y participativa como nunca se ha visto en veinte años.

En conclusión, Labaro y la política no siempre se llevan bien ni van de acuerdo, y la situación del país no ayuda. Sin embargo, la potencialidad para hacer renacer una relación entre la política y los ciudadanos existe. “Solamente” hay que despertar la consciencia popular que desde años duerme por culpa de la clase dirigente y del progresivo desmantelamiento de la población que ve a la política como una cosa sucia que hay que odiar y tenerla lejos. No hay mejor escenario que Labaro para llevar a cabo este renacimiento

Labaro da voz al silencio

El silencio corre por las calles, llega a los jardines, prosigue por los árboles y las casas. Algunas veces este silencio toma el gusto de ser perturbador de tan mudo y prolongado que es. En las tardes frías de invierno, el silencio a veces es acompañado del caer de las gotas de lluvia que dictan el tiempo para aquellos que van a aprisa. A veces el silencio se ensordece por el arrogante silbido de los vientos que hacen llorar a los días calientes por la luz del sol veraniego.

Labaro es un barrio taciturno, calmado, que difícilmente alza su voz para llamar la atención. Podría ser considerado un barrio sabio, un barrio que prefiere callar antes que decir palabras desagradables, un barrio educado por el lema “o callas o di mejores cosas que el silencio.”


Como hemos dicho, Labaro es un barrio de pocas palabras, y los sonidos que logra emitir puede ser definidos como música. A disposición de sus 22 mil 674 habitantes existen varios lugares donde la cultura puede tomar forma y elevar un modesto canto en un mar calmo. La música está hecha por el ligero pasar de las páginas, una detrás de la otra, de los libros de la biblioteca comunal, de sus poesías, de sus documentos que sin privilegio están a disposición de quien quiera conocerles.

La partitura se enriquece con aquellas provenientes de la sala de grabación Studio XX, donde el corazón, el alma y la mente de las personas pueden despertar con un puro rock adrenalínico, o bien caer en éxtasis por la simple, y al mismo tiempo, infinita belleza de toda la música. Páginas e instrumentos musicales, objetos por demás banales, pero que encierran en sí mismos la posibilidad de crear con el auxilio de nuestras ganas y nuestra imaginación. Una extensión de pensamientos y sensaciones, un número indefinido de información que nutre las ganas de arte en cada ciudadano. La cultura misma, ésa que es enseñada en las numerosísimas escuelas del barrio en Labaro, en otra serie de actividades dedicadas al arte y sus varias formas. El coro que se levanta del silencioso corazón de esta zona a veces toma forma a través de la interpretación de los actores y las coloradísimas pinceladas de los pintores. Un escenario, el teatro Le Sedie; caballete y tela, la Escuela de Pintura de Labaro, son nuevamente dos simple sujetos que sin el calor del espíritu de nuestra gente permanecerían inanimados, apagados, pero en cambio saben tener vida, saben moverse, darse de vueltas, esconderse tras una tempestad de colores y palabras que luego regresan a nuestros ojos como verdadera música para el alma, como amor, como el don del arte y la cultura.

Labaro es un barrio silencioso. Muchas veces el silencio es fecundo y se explica aún mejor aquel que quiere callar.


Joven, libre e informado: éste es nuestro proyecto

En octubre del 2010 nació Il Graffio, un periódico del barrio de Labaro. El proyectonace de la exigencia de querer contribuir para contarle a las personas lo que sucede en el barrio, lo cual muchas veces es completamente ignorado por los periódicos ciudadanos.

Lo llamamos Il Graffio porque además de informar a la gente de lo que sucede en su propio territorio, queremos dar una visión crítica y que rasguñe.

Nuestros objetivos principales son hacer y dar información limpia, libre y joven. Limpia porque no está sujeta a ningún tipo de censura. Libre porque no dependemos de ningún editor ni de ninguna fuerza política. Joven porque la redacción está compuesta por jóvenes veinteañeros.

Trabajamos la crónica, cultura y también (y sobretodo) la investigación. De hecho cubrimos el rol de denunciar los problemas que azotan a nuestro barrio, y que resultan poco importantes para ser citados por los mass media. Una ambición aún más grande, de hecho una misión, que nos hemos fijado es la de devolver a los ciudadanos a la participación activa en la política y a la resolución de los problemas del territorio.

En un año de vida los resultados obtenidos han sido óptimos. Costó trabajo, pero logramos distribuir cerca de mil copias al mes y hemos conquistado una discreta visibilidad y notoriedad entre las personas que viven en la zona. Nuestros principales puntos de distribución son los dos mercados barriales, las escuelas y la biblioteca comunal, que es el único lugar frecuentado asiduamente por los residentes. Nuestras actividades son auto-financiadas, y los fondos que tenemos cada mes provienen exclusivamente de las contribuciones voluntarias de personas que apoyan y creen en nuestro proyecto.

Una prueba de la positividad de nuestras actividades se dio el mes pasado. Como cada año, en Labaro el Partido de los Comunistas Italianos organiza su propia fiesta, rompiendo así la monotonía de silenciosas y tranquilas caminatas con música, amistad, compañía e información. Todo alternado con debates sobre lo político y lo social. Justo en esta fiesta, en la cual participamos activamente con un stand, nos llevamos una gran sorpresa: la gente demostró estar interesada en el proyecto y querer interactuar con nosotros, ofreciéndonos su espontánea contribución hecha de consejos, comentarios y suscripciones.

Aunque pueda parecer asombroso, o por lo menos alentador, lo que hemos contado, tenemos los pies bien puestos sobre la tierra. Estamos en un país que desde hace años va hacia una crisis económica y de identidad, no tiene ideales, está lleno de odio y banalidad que no ayudan a quien, como nosotros, tiene la voluntad y el entusiasmo de dar su pequeña contribución por un futuro distinto. Esto es sólo el inicio de un largo camino que, si somos voluntariosos, obstinados y un poco afortunados, nos permitirá “despertar” las consciencias de esto conocido como “barrio dormitorio” de la periferia romana.

Publicado el 01 de Noviembre de 2011

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