Rumbo al 15 de octubre en Europa: un pensamiento amplio para evitar el nuevo fascismo

Giuseppe De Marzo Traducción: Daniele Fini

Asamblea Roma 3 agosto

Italia. O hacemos esto o lo pagaremos todas y todos”. Este es el mensaje lanzado desde las plazas españolas en los últimos días. O salimos a las calles e intentamos construir una nueva democracia, o las consecuencias de la crisis y el fracaso de este modelo de desarrollo las pagaremos todas y todos. Desde esta conciencia nace y crece el camino que llevará a llenar las plazas de toda Europa el 15 de octubre. Además de la natural indignación respecto a todo lo negativo que pasa en Europa y en el mundo, el mensaje contiene elementos de conciencia nueva y de discontinuidad respecto al pasado. La crítica que contiene no es parcial ni dirigida hacia un pedazo del sistema del cual se pide la reforma: la crítica está dirigida a todo el sistema (modelo capitalista) y a la estructura (democracia representativa) en su conjunto.Se denuncia cómo esta crisis es sistémica y estructural, no coyuntural como lo poderosos quisieran hacer creer. Al mismo tiempo se comprenden los límites de una democracia representativa, que en la mejor de las hipótesis es inadecuada y en la peor se vuelve intérprete de los planes y de las mezquinas medidas pedidas por la governance (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de Comercio, grandes transnacionales, Banco Mundial, etcétera). No existe la aspiración poco realistade organizar la indignación, sino la conciencia de poder salir de la crisis solamente a través una mayor participación; del mismo modo no se quiere ser parte o hacer de muletaa lo que queda de la democracia representativa.

Hay, pues, una calidad diferente en la sustancia de los movimientos que se están preparando para llenar las principales plazas europeas el próximo 15 de octubre. De esto hablaremos en la mañana del 24 de septiembre en Roma, en el ex cine Palazzo en el barrio de San Lorenzo, durante la asamblea convocada por “Uniti contro la crisi” (Unidos contra la crisis) y abierta a todos los sujetos que comparten la necesidad y la urgencia de construir la alternativa a este modelo.

Es un camino que empezó hace alrededor de un año y que ha encontrado en las luchas de los trabajadores, de las mujeres, de los comités territoriales, por la defensa de los bienes comunes y por el derecho a la educación un punto de convergencia. Hoy, la dinámica se amplía y está en discusión la calidad misma y el papel de los movimientos en esta fase nueva de la historia, marcada por la crisis irreversible del capitalismo y el trastorno de los ciclos naturales. Dos cuestiones estrechamente ligadas, la crisis económica y las medidas propuestas, no solamente tienen consecuencias catastróficas desde un punto de vista social (como lo demuestran las maniobras de los últimos años y los datos sobre el empobrecimiento) sino que aumentan la crisis ecológica, y reduciendo la biodiversidad limitan los espacios de sobrevivencia para todas y todos. Menos espacio bioreproductivo se traduce en más egoísmo y mayor exclusión social según la matriz de los valores capitalistas. Un círculo vicioso destinado a la implosión.

¿Cómo salir y cuál será la conclusión de esta crisis? ¿Qué tipo de sociedad tomará forma al final de la contraposición entre democracia y oligarquía? El riesgo, en ausencia de un impulso fuerte y contrapuesto al que se dirige hacia el vaciamiento de la res publica, es el de asistir al nacimiento de un nuevo fascismo que sepa reemplazar los escombros de la democracia. Poner en el campo un pensamiento amplio, capaz de responder de manera interdisciplinaria e interconectada a los objetivos de corto, mediano y largo plazo, es en cambio el desafío al cual tenemos que responder. Excavar bien el surcopara que el árbol del cambio tenga raíces solidas y profundas, de manera que se permita que crezca en toda su extensión.

Treinta años de neoliberalismo han puesto en evidencia la exclusión masiva del trabajo, la erosión de los salarios y de los derechos sociales, la creciente concentración de la riqueza en manos de pocos, la rapacidad de la competencia en el mercado global, la devastación ambiental, la contaminación planetaria extendida y los cambios climáticos. Una injusticia global a la cual es posible responder solamente si se crean las condiciones para un clima de justicia. Desde hace treinta años, entonces, están obligando a varias generaciones a contar hacia atrás en lugar de hacia adelante. Considerando de hecho que inversiones y ganancias están separadas de ocupación y calidad del trabajo, tenemos la necesidad de un cambio radical de los procesos productivos si queremos garantizar ingreso, defensa del medio ambiente y de las condiciones de la reproducción de la vida.

Tenemos la necesidad de una III Revolución Industrial que introduzca la era del Sol en lo que atañe a las fuentes de energía, y que esté organizada a través de la descentralización y la participación en lo concerniente a las formas y las prácticas de producción y de consumo. Aquí ya no se trata de hacer unos cambios para favorecer el crecimiento, sino de cambiar de ruta para garantizar el acceso a los derechos básicos y restaurar una relación justa entre los seres humanos y la vida en su conjunto. Todo esto empezando desde el elemento que representa el centro desde el cual tiene que partir el rescate: la participación. Justo porque tenemos la necesidad de un enfoque plural para dar vuelta a la crisis, es la participación el elemento fundamental que garantiza el desarrollo y la cohesión del país. Pero, como decíamos antes, los movimientos que el 15 de octubre saldrán a las calles son conscientes del hecho de que difícilmente las actuales clases políticas asumirán la necesidad del cambio como objetivo. Sería poco realista imaginar una insubordinación de las fuerzas progresistas del Parlamento Europeo contra la política de austeridad impuesta por el Banco Central Europeo. En cambio, la partida queda abierta a nivel local gracias al impulso que los movimientos y los nuevos sujetos nacidos en los territorios son capaces de dar mediante la democracia participativa y comunitaria. Es ahí donde pueden reunirse y expresarse de la mejor manera los nexos con la democracia de base, las administraciones locales. La privatización de los servicios públicos implementada por el paquete fiscal del gobierno italiano tiene que ser contrarrestada también en aquel sentido porque restringe el campo de acción de los movimientos y de la sociedad civil, eliminando el terreno de reconstrucción democrática donde el desafíopermanece abierto, como lo demuestra la victoria del referéndum sobre el agua (en junio de este año, 27 millones de italianos votaron, en un referéndum, en contra de la ley de privatización del agua aprobada por el gobierno( N.d.t.).

Es aquel el terreno donde la democracia participativa y comunitaria se pueden encontrar, devolviendo sentido al paradigma derechos/responsabilidad que identifica el lazo indisoluble de una comunidad de destino. También sobre esto, el 24 de septiembre intentaremos discutir con los administradores que en los territorios se ven obligados a sufrir los recortes de presupuesto del gobierno con el riesgo de ya no poder responder a las exigencias inmediatasde los ciudadanos. Defensa de los bienes comunes, tercera revolución industrial, renta universal de ciudadanía, nueva institucionalidad social: son estas las alternativas que ponemos en el campo para responder a la crisis en Italia y en Europa. Es este nuestro aporte a la jornada del 15 de octubre y a la perspectiva que desde el día siguiente estaremos llamados a seguir.

Publicado en Il Manifesto el 22 de septiembre de 2011

Publicado el 01 de Octubre de 2011

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