Indignación de los aficionados rumbo al Mundial 2014, en Brasil

Tatiana Vargas, Mateus Novaes y Fernando Paganatto, de la Asociación Nacional de los Aficionados y Fanáticas (ANT) – Núcleo Sao Paolo. Traducción: Joana Moncau Fotos: ANT y Katia Marko

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Sao Paulo, Brasil. En 1950, cuando Brasil fue la sede del Mundial de Fútbol, el país sufrió un trauma que está aún en la memoria de los que lo vivieron: perdimos la final ante Uruguay, con un marcador de 2 – 1 en una derrota que terminó con el sueño de ver a Brasil campeón por primera vez, cosa que sucedió ocho años después.

En el 2010, con el anuncio de la elección de Brasil como sede del Mundial del 2014, uno de los mayores eventos deportivos del planeta, la euforia tomó las calles nuevamente. “El país del fútbol” volverá a organizar el Mundial después de 64 años.

Los aficionados brasileños fueron presa de una gran alegría al recibir la noticia, que vino acompañada de grandes esperanzas, no sólo por el hecho de que podría volverse realidad el sueño de ser campeones “en casa”, sino por la promesa de que el desarrollo llegaría a las regiones olvidadas por el poder público de nuestro país.

La ciudad de Sao Paulo es la gran candidata para albergar la apertura del mundial. El barrio periférico de Itaquera fue elegido para la construcción del estadio donde probablemente se inaugurará el evento, así como para la edificación de diversas obras de infraestructura. Los habitantes del barrio creyeron que tenían un motivo para celebrar, pero como suele decirse en Brasil: “Alegría de pobre dura poco”.

Antes de que el júbilo y los festejos de la población menguaran, los gobiernos municipal, estatal y federal faltaron a la promesa de no invertir dinero público en las obras privadas relacionadas con el evento deportivo. Se anunció además el despojo en favelas y otras comunidades desfavorecidas para atender los intereses de especulación inmobiliaria de las constructoras y de las clases dominantes del país. La alegría del pueblo, poco a poco, se transformó en indignación.

La viabilidad del mundial de 2014 en Brasil se sostiene en cuatro alizares: la elitización del fútbol, la criminalización de los movimientos sociales y de la pobreza, el uso del dinero público en obras privadas y el favorecimiento del capital.

Los estadios que están siendo construidos serán como arenas de espectáculos con lugares reducidos. La “geral” (de “general”, es el sector más popular del estadio, en donde se asiste al juego parado) ha desaparecido y las entradas están cada vez más caras. No existe una logística especial de transporte público para los días en los que habrá juegos y los precios de los estacionamientos cercanos al estadio están aumentando, así como la inversión a las vías de acceso de automóviles, lo que da prioridad al transporte individual.

Los movimientos sociales que luchan para que las ganancias del evento sirvan a los intereses de la población son clasificados como “casos policiacos”, y no los recibe el poder público para dialogar y construir conjuntamente una alternativa que beneficie a las regiones afectadas por las obras.

El Comité Organizador Local (COL), presidido por Ricardo Teixeira –quien es también presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF)–, así como la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol (FIFA) no han establecido diálogo alguno con la población directamente afectada por las obras.

En un documento presentado por Brasil a la FIFA en el 2007, la estimación de gastos públicos por la construcción de estadios era de aproximadamente mil millones de dólares. Cuatro años después, ese valor aumentó en 140 por ciento y ya se aproxima a los seis mil millones de dólares. Además, esa cifra no contabiliza los empréstitos a estadios privados.

Tal es el polémico caso del “Itaquerão” (nombre dado por la población al estadio en Sao Paulo, candidato a inaugurar el Mundial y que pertenece a uno de los mayores clubes del país, el Corinthians, que en fechas recientes ha divulgado millonarios gastos). De los 830 millones de reales (511 millones de dólares) que costará la obra, 420 millones de reales (262 millones de dólares) serán pagados con beneficios fiscales concedidos por la alcaldía de Sao Paulo. Los 400 millones restantes (249 millones de dólares) serán pagados por el gobierno federal, con recursos del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Adicionalmente, el gobierno del estado, pagará 20 mil asientos –que costarán al erario público casi 70 millones de reales (44 millones de dólares)– y privilegiará la realización de obras de acceso vial al coliseo, en lugar de optimizar el transporte colectivo en la región. Odebrecht, la constructora que realizará las obras, es una de las más ricas de América Latina.

Probablemente la especulación inmobiliaria ha sido la más beneficiada con la realización del Mundial en Brasil. Todos los días aumentan las rentas, así como el valor de los inmuebles en las regiones cercanas a los estadios donde se jugarán los partidos. Estas áreas han sufrido transformaciones radicales llevadas a cabo por el Estado, como el desplazamiento de favelas enteras, la creación de parques y la construcción de vías de acceso a los aeropuertos y principales puntos turísticos. De modo que quienes deberían ser los principales beneficiados por estas obras son removidos.

Brasil es el único país en el mundo con cinco títulos mundiales, el único que ha participaron en todos los eventos y el único país que ha logrado ganar un Mundial fuera de su continente. El mejor jugador en la historia del fútbol es brasileño. El récord mundial de público también le pertenece: casi 200 mil personas asistieron a la final de 1950 en el Maracaná. El mayor artillero de la historia de los mundiales viste la camiseta de nuestra selección. Los brasileños estamos muy orgullosos de todos esos logros, pero tenemos también un miedo que supera nuestro orgullo: miedo de alcanzar un récord en violaciones a los derechos humanos y a los derechos de los aficionados, en criminalización de los movimientos sociales, en el uso del dinero público para fines privados. No sentiremos ningún orgullo si, en nombre del fútbol, se cometen todos esos agravios.

 ¡Fuera Teixeira!

Durante un partido entre los dos equipos más importantes de la liga brasileña, aficionados de distintos bandos se unieron contra un adversario común: “¡Fuera Teixeira!”. Es la primera vez en la historia del fútbol brasileño que los aficionados se manifiestan por la salida de un presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). Desde que el país se convirtió oficialmente en la sede del próximo Mundial, comenzaron las manifestaciones contra él.

La protesta articulada por el Frente Nacional de los Aficionados, el cual forma parte de la ANT, logró eludir la censura y represión de la Policía Militar y meter a los estadios mantas y carteles en contra esta poderosa figura. Las mayores cadenas de televisión transmitieron en vivo la indignación de los aficionados.

De los 22 años que ha ocupado la dirección de la CBF, durante los últimos diez Teixeira ha recibido denunciadas por delitos como lavado de dinero y evasión de impuestos. La denuncia más reciente en contra del presidente de la CBF lo señala por recibir propinas de empresas aprovechándose de su posición en la FIFA. El caso fue mencionado en las principales agencias de prensa del mundo tras la denuncia hecha por la BBC, principal cadena pública británica. Las investigaciones sobre esas denuncias, sin embargo, no procedieron en la Justicia Federal de Rio de Janeiro.

En septiembre pasado, la ANT publicó en internet un comunicado solicitando a los usuarios que firmasen, y dio así el primero paso rumbo a una gran campaña nacional en contra de Ricardo Teixeira. “Creemos que, una vez concluido que cometió delitos de corrupción, su posición como presidente del Comité Local Organizador del Mundial de 2014 es insostenible”.

“Estamos convocando a un acto nacional ‘Fuera Ricardo Teixeira’ para juntar firmas por la salida de Teixeira. Ni el disimulo de nuestras autoridades permitirá la permanencia de ese señor,  rechazado por los aficionados, al frente del fútbol brasileño y del Mundial”.

Publicado el 01 de Octubre de 2011

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