Don Tomás Balduíno

Joana Moncau

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Sao Paulo, Brasil. Don Tomás Balduíno, 88 años, obispo emérito do estado de Goiás, es uno de los fundadores de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) y del Consejo Indigenista Misionario (CIMI), dos de las organizaciones más importantes vinculadas a la iglesia católica que apoyan a los movimientos campesinos e indígenas en su lucha por la tierra en Brasil. Con una visión profunda sobre los conflictos por la tierra y en favor de la ecología, el obispo apunta que: «Al mismo tiempo en que avanza el capital con todas sus consecuencias como el consumismo, el individualismo, la concurrencia, los masacres y la violencia, persisten en varios pueblos, sobre todo en los pueblos originarios, otro tipo de relación y de visión que preservan el respeto por el mundo». Se trata de una lucha de David en contra de Goliat, explica Don Tomás, pero aún así hay esperanza.

En Brasil, la Floresta Amazonia, la mayor selva tropical del mundo, recientemente sufrió un fuerte golpe con la inminente aprobación del «Código Forestal», que pretende flexibilizar las reglas que limitan la deforestación. Don Tomás es certero acerca de las verdaderas intenciones de esos cambios: a causa de la mala calidad técnica, garantizar la ampliación del latifundio es la política adoptada por el gobierno para mantener el país con la hegemonía de la producción del agro negocio. De hecho, en este país donde nunca hubo una reforma agraria, se presencia una de las mayores concentraciones de tierra en el mundo y se está incrementando, como revelan recientes investigaciones del gobierno. No es casualidad que uno de los mayores conflictos en Brasil sea consecuencia de la disputa por tierra y territorio. Aquí, vivir en y de la selva es un desafío que puede costar la vida, como ha costado ya a muchos. El propio obispo ya recibió un sinnúmero de amenazas de muerte.

A continuación la entrevista concedida a Desinformémonos.

Brasil: cuando la tecnología es el latifundio; y el desarrollo, la destrucción da la selva

Mi análisis es que la violencia en el campo brasileño se ha instalado ahora de modo más intenso. La violencia, por un lado, de la aprobación de la mayoría en la Cámara de Diputados de ese Código Forestal el cual, según los mejores análisis, es un código destinado a ampliar el área de plantío.

Esto, porque en todas las propiedades de Brasil, la proporción del área plantada por hectárea queda muy por detrás en relación con los demás productores mundiales. El agro negocio es considerado muy bonito, el desarrollo, el progreso, pero su punto débil es una producción, desde un punto de vista técnico, de menor aprovechamiento del suelo. Así, para que haya una mejor producción se decidió ampliar el área de plantío.

El monocultivo avanza rápidamente sobre los biomas que existen, el bioma de la Amazonia, y otros biomas. En términos de técnica nosotros podemos ser superados, pero en términos de latifundio somos imbatibles.

El latifundio sirve para garantizar la hegemonía de la producción del etanol, de los granos (sobre todo la soya) y del eucalipto para celulosa. Ahí está el lado perverso: el latifundio, por medio de la bancada ruralista en el Congreso, fue convertido en ley en el denominado Código Forestal. Éste permite el avance sobre las áreas de protección de manantiales, antes esa área era de 30 metros, la reducirán a diez metros, y, en cuanto a las áreas deforestadas, no hubo ninguna modificación: no serán reforestadas.

Nosotros, aquí en la región centro-oeste de Brasil, teníamos grandes expectativas de que nuestro río Araguaia y nuestro pantanal recuperarían las nacientes de sus márgenes que están devastadas, pues hay una grave acumulación de sedimentos.

Otro acto violento en el plano nacional fue el asesinato, el 24 de mayo, de los campesinos Cláudio Ribeiro da Silva y Maria do Espírito Santo, en la ciudad de Nova Ipixuna, en el estado de Pará. Fueron asesinados por luchar en defensa de la tierra, de la Amazonia, en contra de la devastación. Y hay otros asesinatos, junto con esos, que son un intento de detener a esas comunidades tradicionales, indígenas, campesinas, que quieren salvaguardar la relación con la tierra, con la naturaleza, con la ecología.

Es curioso observar cómo ese tipo de acciones están vinculadas a la bancada ruralista. La senadora Kátia Abreu, líder ruralista, llegó a declarar públicamente que el asesinato de esa pareja se dio como resultado de un intento de invasión de tierra. ¿Cómo podría ser eso posible, si ellos estaban asentados? Los dos eran considerados pioneros de la «reserva extractivita» (área reservada por el Estado para comunidades cuya base económica es la recolección de productos de la selva) en aquella región. O Kátia Abreu está desinformada o miente, es decir, no hay ética en sus declaraciones, pues las hace con liviandad. El día en que esos dos campesinos fueron asesinados, el diputado federal José Sarney Filho comunicó lo ocurrido a la Cámara, y ese trágico hecho fue ovacionado por los presentes, quienes toleraron el crimen.

Así, tenemos una clara situación parte aguas: por un lado, los defensores de la ecología y, por otro, los defensores de la ampliación del área de monocultivo y del detrimento del bioma, de la situación ecológica y de la vida. De modo general, eso es un poco lo que está sucediendo en Brasil.

«Desarrollo» sin foresta: tendencia mundial

De cierto modo, la presión del agro negocio en contra de la foresta y de los pueblos de la foresta es mundial, pues los gobiernos apoyan con financiamiento a los proyectos que consideran “de desarrollo y crecimiento”, aunque en realidad éstos son proyectos de crecimiento puramente económico.

Aquí en Brasil esto ocurre de modo aún más brutal, pues el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES, banco público brasileño) ofrece muchos financiamientos a favor del agro negocio. El Ministerio de Agricultura dispone de muchos recursos, y el Ministerio de la Reforma Agraria, no: el Incra (órgano de gobierno responsable de la reforma agraria) está deshecho, y hay un factor político en eso.

Por otro lado, a nivel mundial, es muy grande el respeto que se tiene por la ecología. Es interesante, por ejemplo, que Japón, que siempre estuvo en contra del Tratado de Kyoto y que en Cancún, en el encuentro para estudiar la situación del calentamiento global (COP-16, realizado en el 2010) sostuvo su postura en contra de dicho tratado, haya sido afectado por las industrias nucleares. Ahora, Japón está repensando su postura.

Defensa de la ecología: conquista mundial

Por un lado, hay una corriente que apuesta por el desarrollo, aunque éste sea en detrimento de la naturaleza; y por el otro, tenemos un crecimiento de la opinión pública favorable a la ecología. Creo que esto es una conquista mundial, como la de la igualdad de la mujer, una conquista mundial irreversible, cuya tendencia tiende a consolidarse.

Los gobiernos buscan el desarrollo pese a todo, con las presiones de las multinacionales, de las empresas; un desarrollo que es cruel, porque trata mal a los trabajadores, incluso llegando a los límites del trabajo esclavo, y no respeta a los pueblos indígenas y tradicionales. Ése es justo el caso del así llamado Complejo Hidroeléctrico de Belo Monte, que pretende despojar de su territorio a cerca de 40 mil personas de pueblos indígenas. Hay muchos pueblos indígenas aislados que ni siquiera saben lo que está por ocurrir; son pueblos que nunca han establecido contacto ni siquiera con otros pueblos indígenas. Belo Monte traerá muchos daños sociales y ambientales.

El consumismo trae angustia.

Al mismo tiempo en que el capital avanza, con todas sus consecuencias como el consumismo, el individualismo, la concurrencia, las masacres y la violencia, persisten en muchos pueblos, sobre todo en los pueblos originarios, otro tipo de relación y de visión que preservan el respeto por el mundo.

Para el agro negocio, está en primer lugar el lucro en detrimento de la vida, de las personas, de la naturaleza. El evangelio utiliza una palabra: ídolo. El ídolo devora a sus adoradores, y el ídolo de ellos es el dinero.

Están en el otro extremo los pueblos tradicionales, indígenas, campesinos, las mujeres quebradoras de coco (mujeres que quiebran el coco de la palma de babaçu en Brasil). Es el extremo de la convivencia respetuosa de los unos con los otros, respetuosa en la relación con la Madre Tierra, a la cual los indígenas llaman por pacha mama, respetuosa en la relación con Dios, con la memoria de los antepasados, de sus ancestros.

En mi juventud, conviví con un grupo indígena (los xikrin en el estado de Pará) y me encantó ese modo de vivir. Es el bien vivir, lo que hace lo necesario, lo suficiente. Además, en ese mismo grupo no existe el verbo tener. Yo siempre bromeo en los auditorios, sea aquí o en Europa, diciendo que una lengua como ésa no tiene utilidad en nuestra sociedad, al fin y al cabo, ¿cómo imaginarla sin el verbo tener? En nuestra sociedad, el consumismo, en lugar de traer satisfacción y alegría, trae angustia.

Creo que ése es un gran parte aguas: la sociedad poca a poco se va dando cuenta de que eso es una salida, de que es un ideal, por decirlo así, y que puede cambiar completamente nuestra sociedad para que deje de ser una sociedad de unos en contra de otros, que llega al extremo de la guerra. Desde hace mucho, donde hay petróleo, hay guerra, y para eso se buscan las mejores justificaciones ¿o, no fue así la historia de Bush en la guerra contra Iraq? Él mintió al mundo diciendo que en Iraq había armas de destrucción masiva. Pero ¿qué es lo que está en juego por detrás de eso? Es el dinero.

Caminar rumbo al pasado

La destrucción de la vida en la tierra lleva a la destrucción de la ecología, del planeta. La mortandad, incluso de la propia especie humana, es un modo de la naturaleza de reaccionar.

Pero la visión de los pueblos originarios es una visión optimista, de convivencia, y eso fue así desde siempre. Cuando los portugueses y los españoles pisaron nuestro continente, observaron que había muchos pueblos, y que esos pueblos habían estado aquí durante miles de años sin que hubiera destrucción. Así como en el pasado, en el futuro puede haber una recuperación y respeto por la naturaleza.

Toda la lucha de las organizaciones populares es porque éstas creen que existe una salida, una solución. Esos protagonistas son del tamaño del chiquillo que enfrentó a Goliat. Es la contradicción que existe y en la cual la esperanza está presente. Creo que eso es nuestro mañana.

Publicado el 01 de Julio de 2011

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