Días cruciales para la indignación en España

Texto: Maria Reyero Fotografía: Terra Nostra Films y Adolfo López Magaña

Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca. Estado Español Nadie esperaba (ni los manifestantes ni mucho menos la clase política) que una marcha convocada por Internet derivara en la mayor demostración de movilización ciudadana de la historia democrática en el Estado español. La marcha llegó a la Plaza del Sol en Madrid y ahí se quedó, en una acampada que cumple dos semanas. Rápidamente se levantaron plantones en muchas otras ciudades españolas e, inesperadamente, aparecieron réplicas en lugares tan distantes como Nueva York, Casablanca, Roma,Londres o Ciudad de México. Sus reivindicaciones: mayor participación de la ciudadanía en la vida política y una serie de cambios estructurales en el sistema económico y político, que ha demostrado llegar al colapso. Miran a Islandia y a las revueltas de los países árabes los últimos meses. Así prendió la llama de la Spanish Revolution.

Manu tiene 30 años, está en paro hace 2 y lleva acampado una semana en la Plaza de España de Palma de Mallorca, la capital de una pequeña isla mediterránea. Si sigue aquí y no consigue trabajo pronto, es posible que pierda su casa, ya que hace varios meses que  no paga la hipoteca. Tiene el rostro muy cansado, unas profundas ojeras y la voz ronca, pero sus ojos despiden un brillo especial. Está emocionado. Esta semana de asambleas, pancartas, actividades y propuestas de cambio le ha renovado la ilusión. «El otro día llegó una señora con más de 80 años, casi no podía caminar, a decirnos que ya era hora que despertáramos», cuenta Manu, «nos traía una bolsa de comida, porque, como ella nos dijo, admiraba lo que hacíamos, pero no podía quedarse a dormir con nosotros». Manu no puede contener la emoción retenida tantos días, y se le escapan las lágrimas. Muchos y muchas no se imaginaban que un movimiento civil que empezó en Internet llegara a ser la demostración de participación ciudadana más grande de la historia de la democracia española.

La Plaza de España de Palma de Mallorca fue rebautizada el pasado martes 17 de mayo como Plaza de Islandia, y se colocó en el brazo de la estatua ecuestre del Rey Jaime I la bandera de esta otra isla, situada en la parte más nórdica del continente europeo europeo y todo un símbolo de resistencia social a las exigencias de ”los mercados”. Por ello la experiencia islandesa ha sido una de las fuentes de inspiración de este movimiento, que ya recorre el mundo junto al hashtag «Spanish Revolution».

«De la primavera árabe al verano europeo», puede leerse en una manta en la acampada. Las revueltas por cambios democráticos en los países del norte de África durante los últimos meses son también, sin duda,res de universidad, coo tareas t la #Spanish Revolutiondad y contundencia».rcionamos los profesores de universidad, coo tareas t fuente de inspiración de la #SpanishRevolution.

La acampada de Palma de Mallorca, así como las de las otras instaladas en 166 ciudades en el estado español y el extranjero, es «hija» de la acampada de la Plaza del Sol, en el kilómetro 0 de este país. En ese punto, desde donde salen todos los caminos, empezó todo.

Madrid, 15 de Mayo de 2011. Tiene lugar una marcha convocada por una plataforma ciudadana y apartidista que, bajo el nombre Democracia Real Ya (DRY, pronunciado por sus integrantes a la inglesa), aglutina a un sinnúmero de organizaciones (Juventud sin Futuro, Asociación de Desempleados-ADESORG, Plataforma de Afectados por las Hipotecas,  colectivo No les votes, ATTAC, etc.) e individuos con un denominador común: estar en total disconformidad con el actual sistema político y económico.

La fecha elegida para la movilización no es casual: justo una semana después se realizan elecciones autonómicas (estatales) en 13 comunidades, y elecciones municipales en todo el país. La movilización pretende ser un llamado  a que los y las ciudadanas, si es que deciden acudir a las urnas, lo hagan con información y conscientemente. Un llamado a recordar que existen otros partidos además de los dos mayoritarios, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, de centro-izquierda, en el poder las dos últimas legislaturas) y el Partido Popular (PP, situado ideológicamente a la derecha). Un llamado a tener en cuenta a las minorías a la hora de emitir el voto. Pero sobretodo, un llamado a ejercer la democracia más allá de la participación en el sistema electoral.

Desde diciembre de 2010  un grupito de compañeros en Madrid empezó a organizarse, tomando como referencia el ejemplo de Islandia. Ese mismo año, los y las islandesas, que tras décadas de bonanza económica pasaban por una crisis que los llevó al colapso, lograron de forma pacífica hacer caer al gobierno en bloque, tuvieron el valor de negarse a pagar la deuda que los banqueros habían adquirido con Gran Bretaña y Holanda a causa de su mala política financiera, nacionalizaron los principales bancos y fueron capaces de castigar a los culpables de los abusos que se cometieron. Ahora acaban de crear una asamblea popular para reescribir su Constitución. El ejemplo islandés no era una locura, demostraba que era posible cambiar, desde la ciudadanía, el sistema.

El 15-M se fraguó en Internet, primero, desde el grupo de Facebook «Juventud en Acción», luego vinieron el blog y la cuenta en Twitter. La convocatoria para la manifestación que tendría lugar el 15 de mayo empezó a circular y propagarse por la red como un virus tres meses antes. El resultado fue una gran movilización que desbordó las expectativas de los organizadores e incluso de los asistentes.

Daniel Bobadilla es investigador social en nuevas tecnologías y ciberactivismo, mexicano residiendo en Madrid, y ha participado activamente en la acampada en Plaza del Sol. Daniel explica así el papel fundamental que han jugado las Nuevas Tecnologías en el éxito tanto de la manifestación como de las posteriores acampadas: «Creo que la red ha sido tan importante por tres motivos: el acceso, difusión y distribución de contenidos libremente que permite la propia Red, la amplia cantidad de usuarios y usuarias de redes sociales como Facebook y Twitter y amplio acceso a dispositivos tecnológicos con conexión permanente a Internet (SmarhPhones, laptops, etc.) con el que cuenta un amplio sector de la población».

«Estos días hemos experimentado nuevas formas de organización y protesta donde Internet y las TIC’s son una herramienta imprescindible para los días que hoy vivimos, como lo fueron en su momento la radio o el periódico», comenta este ciberactivista.

L@s convocantes a la manifestación del día 15 supieron usar estas herramientas. Fueron pacientes, esperaron. Ganas de juntarse para pedir un cambio de sistema no faltaban. El panorama era, es, desalentador. En el contexto de crisis mundial que vivimos, las economías no tan consolidadas están sufriendo más dramáticamente sus efectos. El caso de España es grave dentro del conjunto europeo, y los hombros sobre los que recae la mayor parte del impacto de la crisis son los de los sectores más vulnerables: en primer lugar los y las jóvenes.

De cada tres personas en el Estado español, una está sin empleo; casi la mitad si observamos la franja de población que no ha alcanzado los 25 años. Y no estamos hablando de ni-nis (término que, desde las instituciones, pretende englobar al sector de jóvenes que «ni estudian-ni trabajan»), se trata, posiblemente, de la generación más preparada de la historia. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre los 25 y los 34 años un 39% de l@s jóvenes ha terminado su carrera. Hay, además, una tendencia a completar los estudios con segundas carreras, másters, postgrados, cursos de idiomas, etc. Pero la tasa de desempleo sube, y los y las jóvenes que tienen suerte de tener trabajo, a menudo es en sectores que no tienen nada que ver con lo que han estudiado. Por todo esto, los y las jóvenes españolas están indignadísim@s. Esa indignación explotó el 15 de Mayo.

Al acabar la manifestación que ese día recorrió las calles de Madrid, Carlos Taibo, profesor de ciencia política de la Universidad Autónoma, recogía en su discurso la indignación de todos y todas las presentes: «Los que estamos aquí somos personas muy diferentes, pero han conseguido que nos pongamos de acuerdo en un puñado de ideas. La primera, la llaman democracia y no lo es. Los grandes partidos han demostrado su  capacidad para funcionar al margen del ruido molesto de la sociedad. Esos dos partidos escenifican todos los días una aparente confrontación ideológica que esconde que por detrás están de acuerdo en todo lo importante. No es difícil saber lo que hay en la trastienda: grades corporaciones económicas que dictan las reglas de juego». Faltaba una semana para las elecciones.

La manifestación llega a la Puerta del Sol y, en una asamblea que se alarga hasta las 7 de la mañana del día siguiente, decide quedarse. Hay mucho de qué hablar, hace falta un espacio público y colectivo donde crear propuestas, sueños y rebeldías en conjunto. Hace sol en Sol. No hay trabajos a los que ir, y si con suerte los hay, algunos deciden quedarse de todas maneras. La manifestación fue fruto de varios meses de preparación. En cambio la primera acampada, la de Sol, nació espontáneamente. Ese día  pasa a conocerse como 15-M, y da nombre al movimiento que, sin estructura definida ni cabezas visibles, se ha tomado las plazas de, hasta ahora, 166 ciudades españolas y extranjeras.

Javi tiene 24 años, es conserje y diseñador gráfico, y dice que llegó a la plaza con la manifestación del día 15. Al día siguiente, cuando supo que un grupo de unas 30 personas se había quedado a dormir, decidió unírseles. «La segunda noche se puso a llover a cántaros», cuenta Javi, «no nos queríamos ir, ¡pero a ver qué hacíamos! De repente, empezaron a salir lonas, mástiles, y se construyó en un momento una carpa en plena Plaza del Sol. Me pareció muy bonito, ver a todo el mundo cooperando entre sí».  Esa misma noche, tras caer rendidos por los dos días de desvelo y el esfuerzo por levantar la carpa, empapados pero satisfechos, la policía desalojó violentamente el campamento.

Al día siguiente, llegan a Sol 6.000 personas espontáneamente a participar en la Asamblea. El lunes no alcanzaban las 500. Vuelan los mensajes convocando a movilizaciones por Twitter. Al mismo ritmo que las acampadas en otras ciudades y pueblos, surgen como setas nuevos hashtags: #europeanrevolution, #yeswecamp, #acamapdabcn, #acamapdasevilla, #acamapdabilbo. Durante dos días #acampadasol es trending topic (palabras clave más usadas en un momento dado en Twitter). Esto ya no hay quien lo pare.

A partir de ese «proto-campamento» creado por la urgencia de guarecerse de la lluvia, se empieza a organizar a gran velocidad la «República Independiente de Sol». Se forman comisiones de trabajo: Infraestructura, Alimentación, Enfermería, Acción, Comunicación, Respeto (encargada de mediar en los conflictos y hacer respetar las normas acordadas asambleariamente), etc.

Ángela forma parte de la comisión de Comunicación de la acampada en Sol. «Detrás de todo esto que veis no hay nadie», dice, con un mar de toldos a su espalda, «esto ha surgido de manera espontánea». Se ve cansada, dice que ha sido difícil organizarse en dos días que llevan acampados, porque es mucha gente y «queremos escuchar a todo el mundo».

Y todo el mundo habla. Un denominador común de todas las acampadas, ha sido la heterogeneidad de sus participantes, que demuestra que aquí todos y todas tienen algo que decir, algo por lo que estar indignados e indignadas. Las Asambleas son abiertas, han llegado a concentrar a miles de personas en una tribuna en la que cualquiera puede decir cómo se siente, qué le preocupa, qué propone. Y habla desde el líder estudiantil, hasta la ama de casa, pasando por el joven parado, el albañil o la intelectual. Hay espacio para todos y todas, aunque es cierto que en su mayoría son jóvenes los que mantienen el campamento.

Entre ell@s se pasea Eduardo Galeano, que, aprovechando que se encontraba en España, se ha acercado a conocer la experiencia de la acampada en Plaza Catalunya, en Barcelona, luego de visitar la acampada en Sol. «Esto demuestra que vivir vale la pena, que existe ese otro mundo posible, que está dentro de la barriga de este mundo infame que tenemos. El parto es difícil, pero yo reconozco este mundo que puede ser en estas manifestaciones espontáneas, en Catalunya, en Sol, y sé que hay muchas más», dice el escritor uruguayo, símbolo del movimiento antiglobalización, frente a la pequeña cámara de una televisora independiente.

Carlos Taibo comentaba, unos días después de la marcha del 15: «los profesionales correspondientes andaban desesperados buscando ponerle alguna cara al movimiento que, fundamentalmente articulado por jóvenes, empezaba a tomar la calle. (…) Al parecer, y a los ojos de algunos, para explicar lo que está sucediendo es inevitable echar mano de las sesudas explicaciones que proporcionamos los profesores de universidad, como si la gente de a pie no supiera expresarse con claridad y contundencia».

Lo que se evidencia es cierta falta de cultura organizativa y formación política, precisamente por tratarse de un movimiento tan amplio. Tras una semana de acampadas, se empieza a ver la necesidad de crear comisiones de formación, encargadas de facilitar pláticas abiertas sobre temas como ecologismo, feminismo, economía neoliberal, etc.  La revolución se extiende a los barrios. En Madrid ya se ha creado una Comisión de Barrios, de la que Javi forma parte. «Estamos llevando una propuesta muy ambiciosa, haciendo contacto con los vecinos de los barrios, donde ya se han formado 80 Asambleas Populares Constituyentes», nos cuenta, «el próximo domingo se realizará una asamblea general con portavoces de cada barrio, para crear la Asamblea de Pueblo de Madrid».

Las acampadas están resultando ser una Escuela de formación política, una experiencia organizativa que se configura de manera muy rápida y espontánea. Ariadna Pomar, lleva una semana acampada en Plaça Catalunya, en Barcelona. Esta educadora ambiental (trabaja en una entidad en la que le han hecho un contrato indefinido, «cosa nada habitual»), está trabajando, junto a otr@s compañer@s, en un huerto ecológico instalado en la plaza. Este proyecto no estuvo exento de polémicas al principio. «Se generó un debate muy interesante sobre la transformación y apropiación del espacio público de una forma más permanente, y hasta qué punto estábamos dispuestas a arriesgar para cambiar las cosas», cuenta Ariadna.  «La acampada es sobretodo un espacio de aprendizaje, dónde aprendemos a organizarnos, a dinamizar asambleas, a trabajar conjuntamente, a ceder, a ser solidarias. Es un gimnasio revolucionario», explica esta educadora ambiental.

Este «gimnasio» o «laboratorio» ideológico se construye rápidamente por la intensidad de los acontecimientos de los últimos días, pero también crece con la voluntad de sobrevivir a largo plazo. Y esto es una decisión tomada en las Asambleas.

Oliver Style es un consultor energético anglo-mexicano que ya hace varios años que vive en Barcelona. Él, que ha participado en las Asambleas de Plaza Catalunya, en el corazón de la ciudad, así vislumbra el futuro del movimiento 15-M: «Dependerá del poder de las asambleas para llegar a concretar demandas claras, con metas y objetivos alcanzables y aceptables por una mayoría de la población, y de dar una definición política a las exigencias e inquietudes que se exponen en las acampadas».

Para dotar de esta «definición política» de la que habla Oliver, en muchas acampadas se han hecho esfuerzos por redactar manifiestos, declaraciones de principios amplias que sirvan de guía para luego elaborar demandas y propuestas concretas. «Que la chispa se transforme en una hoguera», en palabras de Oliver.

Sus reivindicaciones, consensuadas en las Asambleas tras arduos debates, pasan por la eliminación de los privilegios de la clase política, reparto del trabajo hasta acabar con el desempleo estructural, ayudas para la renta de viviendas, supresión de gastos inútiles en las Administraciones Públicas para invertirlos en servicios sociales de calidad,prohibición de cualquier tipo de rescate o inyección de capital a entidades bancarias (propuesta tomada de la experiencia islandesa), más control y castigo de la corrupción entre la clase política, no al control de internet y protección de la libertad de información, reducción del gasto militar, etc. Así se resume al final del Manifiesto de la Plaza del Sol, «Lo queremos todo y lo queremos ahora».

Estas demandas, junto con muchas otras, han llegado a muchas partes del mundo, donde personas individuales y colectivos se han sentido identificad@s con la #SpanishRevolution y han decidido organizar acampadas en sus lugares o manifestarse.

En la Ciudad de México, se realizó una concentración el pasado 21 de mayo, en las puertas de la Embajada de España en la Condesa, a la que, bajo el lema «Sol somos tod@s, hoy España, México cuándo?» se encontraron español@s y mexican@s que se solidarizan con el movimiento surgido desde Madrid el 15-M. «Nos llaman ninis, dicen que no nos movilizamos, que somos la generación apática», comenta un muchacho español residente en el DF, «yo creo que no es así y lo estamos demostrando». De repente alguien grita, «»¡estamos hasta la madre!», y acto seguido el grito es coreado por todo el grupo. Se pueden ver muchos paralelismos entre el movimiento 15-M y el encabezado por Javier Sicilia. Desde sus gritos de guerra (estamos indignad@s/hasta la madre). Ambos se gestaron en Internet y han supuesto una verdadera movilización de masas de la sociedad civil en sus países. Ambos son movimientos que cuestionan el orden establecido y el poder casi omnisciente que ostenta la clase política, demandan mayor participación ciudadana y mayor incidencia en las decisiones que toman los gobiernos de sus países.

Y lo mismo pasa en Islandia, Egipto, Túnez, Grecia, etc. «Esto es un movimiento glocal (concepto que sintetiza global y local)», resumía Ariadna desde Plaza Catalunya. La sociedad civil quiere tomar el testigo, y no lo va a pedir más «por favor». Muchas voces juntas son un grito, ya es imposible no escucharlo. Ahora está en Sol, la semana que viene quién sabe.

Como las octavillas que pasan de mano en mano en la acampada de Plaza de Islandia. Es un poema anónimo, que algun@ de l@s acampad@s ha rascado en un papel:

Somos los nuevos rebeldes. Hashtag.

Cuando lo dices, parece un insulto.

Somos el desempleo, somos la fila del INEM.

Somos precarios, contratos basura millonarios.

No somos, ni queremos ser, especuladores visionarios.

Somos los sin-futuro, los desamparados, los pobres;

somos los que no rescatan el dinero del pueblo.

Somos facebook, somos twitter, somos bloggers, somos los 2.0.

Y, de todas maneras, somos los de siempre:

panfletos y pancartas, consignas, megáfonos y sentadas.

Y, de todas maneras, sois los de siempre:

porras y corbatas, nacionales,

mass media y porquerías.

Somos Sol y Barcelona, somos Islandia,

somos Túnez, somos sangre joven- y no tan joven-

hirviendo de rebeldía.

Somos antisistema

porque sois antipersonas.

Publicado el 01 de Junio de 2011

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