Barry, un senegalés activista en Zaragoza

Testimonio recogido en Zaragoza, España por Sergio de Castro Sánchez

Mi nombre es Abdoulaye Barry y soy de Senegal. Llegué a Zaragoza en el año 2008 a trabajar en la Exposición Internacional de Zaragoza con un contrato de trabajo del gobierno de mi país. Trabajé como técnico en el pabellón de Senegal. También recibía a los visitantes ya que tengo algunos conocimientos de inglés además de hablar francés. Trabajé en la Expo tres meses. Me pagaban los gastos de estancia y el sueldo nos sería entregado a la vuelta a mi país.

Nosotros no sabíamos que el permiso de residencia era por tres meses y creíamos que había posibilidades de hacernos papeles. Así que, dadas las condiciones de vida en Senegal, decidimos quedarnos en España tres compañeros y yo cuando la Expo acabó.

En Senegal vives con 4 o 5 hermanos que no trabajan y eres el único que lo hace, con lo que toda tu familia tiene esperanzas en ti. En España, por el mismo trabajo que haces en Senegal, te pagan mucho más. Yo vine en avión, pero hay chicos que vienen jugándose la vida en cayucos (pequeñas canoas con las que muchos migrantes viajan desde el oeste de países como Senegal o Mauritania hasta la Islas Canarias). Eso no lo hacen sólo porque quieren venir a Europa, sino que como algunos que vuelven lo hacen con dinero y no hay esperanza de futuro en Senegal, deciden buscarse la vida fuera. Además, es cierto que en todos los lados hay corrupción, pero lo que sucede en Senegal es ya demasiado, lo cual dificulta aún más la vida allí.

Cuando acabó la Expo yo tenía que vivir solo, pero otros compañeros senegaleses nos invitaron a vivir en su casa hasta que encontráramos otro lugar. Luego fuimos con otro amigo a un piso durante tres meses. Más tarde me fui a otro lugar en el que vivíamos 15 personas en dos pisos. Hubo problemas con los vecinos que nos denunciaron y nos tuvimos que ir. Hay que reconocer que tenían razón porque hacíamos mucho ruido, sobre todo los jóvenes que iban allí a beber. En esta casa es en donde se habló por primera vez de crear una red de sin papeles, idea que en poco tiempo echamos adelante. Así, cuando tuvimos problemas en esta casa, la gente de la Red nos ayudó a encontrar otra. Sin embargo, en esa casa también acabaron tirándonos porque finalmente el nigeriano que nos la alquilaba resultó que no era el dueño. Actualmente alquilo una habitación en un apartamento con un compañero senegalés.

Cuando decidí quedarme intenté renovar los papeles. Fuimos con un paisano que lleva 10 años aquí y que me dijo que conocía el procedimiento para hacerlo. Fuimos al Instituto Nacional de Empleo, a la Seguridad Social, a la Delegación del Gobierno… Como no tenía contrato, me denegaron la renovación. Luego conté la historia a una compañera de Médicos del Mundo y me dijo de ir a ver a un abogado. Él me dijo que se podía recurrir, pero que sólo me podía asegurar que me renovarían si tenía un contrato.

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