Valencia, España. Un día Noura, marroquí residente en Orihuela, es interceptada en la calle por la Policía Nacional. Noura no tiene permiso de residencia por lo que se le aplica la Ley de Extranjería y es llevada a la comisaría, donde un policía abusa sexualmente de ella. Al día siguiente es puesta a disposición judicial para decidir sobre su internamiento en el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Valencia, mientras se tramita su orden de expulsión a Marruecos. La denuncia por abusos sexuales no detuvo el proceso de expulsión de Noura, que pasó más de cuarenta días de cautiverio en el CIE, sin apenas salir a ver la luz del sol hasta que fue devuelta a Marruecos.

En otra ocasión un migrante ecuatoriano que vive desde hace muchos años en un pueblo de la comarca de la Ribera, sale de su casa rumbo a su trabajo, en Valencia. Ahí la policía lo caza en un retén y se lo lleva al CIE, donde permanece sólo unas horas. Cuando su mujer se entera, él ya está en Ecuador. Había que llenar un avión y se lo llevaron.

Otro día un hombre originario de Mali es detenido también por la policía, en aplicación de la misma Ley de Extranjería. Para su mala suerte se celebra el partido de futbol en el que España disputa el campeonato mundial. Hay un vuelo directo de Valencia a Mali para su extradición, pero los policías deciden hacer una parada para ver el partido, comer y celebrar en el camino. Durante 12 horas, junto a otros migrantes, lo mantienen sin comer encerrado en un furgón.