Otra mirada al Festival Cervantino

Roberto Castañeda y Tamara Hernández

Guanajuato, México. Desde 1972, año con año, en el mes de octubre, se lleva a cabo en esta ciudad el Festival Internacional Cervantino, que es quizá el más importante evento cultural del país.

En esta ciudad confluyen artistas de diversos países y de los estados de la República Mexicana, quienes, durante casi un mes, ofrecen más de cien espectáculos y actividades de teatro, ópera, danza, música, artes plásticas, literatura y cine en trece espacios, plazas y plazuelas.

No obstante la gran oferta cultural que el Festival Cervantino representa, en los últimos años, muchos jóvenes, ajenos a los eventos artísticos que se presentan por la ciudad, aprovechan la ocasión para llevar a cabo toda clase de excesos relacionados con el consumo de alcohol y el uso de drogas. Esta situación ha provocado que el festival pierda su esencia cultural.

A continuación, el testimonio de Antonio:

Me llamo Antonio Martínez. Nací en Guanajuato, toda mi familia está aquí. Tuve seis hermanos, me quedé huérfano a los siete años. No estudié ni nada. Como me falta la vista, no me aceptaron porque me hacía daño lo blanco del papel. Por eso a los quince años empecé a trabajar de albañil. Ahorita ya no puedo trabajar.

Me casé, duré treintaisiete años casado con mi esposa, ella ya falleció, tiene trece años de muerta. Nada más éramos nosotros dos, no tuvimos familia. Cuando uno es joven, pica aquí, pica allá y pica más adelante, pero yo nunca fui canijo con mi señora. Cuando uno ya está grande, pues ya no. El hombre viene siendo como la planta de maguey. Ya cuando el maguey no da aguamiel, se le van secando las venas. La mujer no.

Nunca me volví a casar, pues yo me casé con mi esposa por toda la vida, pero ya murió. Además ya no puedo trabajar, y la mujer si tiene hambre pide de comer. Hay que vestirla, hay que calzarla ¿y con qué dinero?

Aquí en la Plaza Unión actúan diferentes artistas. A veces hay guitarristas, gente que hace malabares. Como vivo solito, me la paso sentado aquí algunos días, escuchando a los músicos tocar canciones muy bonitas. Algo que me agrada bastante es la cantidad de artistas. Nunca se cansa uno de estar aquí.

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