No vengas a Palestina solo porque vivimos bajo ocupación

Testimonio recogido por Robin Myers, en Palestina

Mi nombre es Yasser y tengo 28 años. Nací en Kuwait, en donde viví de 1982 a 1991, año en que me vine a Cisjordania con todos mis hermanos. Ahora vivo en el pueblo de Al Khass, al este de Beit Sahour. Hay como 700 personas que viven aquí y todas son familiares míos.

En los años sesenta, cuando mi papá estaba en Kuwait, le mandaba dinero a mi abuelo para construir nuestra pequeña casa, en donde ahora vivimos 12 personas. Antes del año 2002, cuando los israelíes empezaron a construir el muro, se podía ir de mi pueblo a Jerusalén en diez minutos. Pero ahora nos rodea el muro por tres lados.

Mi papá no sabía leer ni escribir, así que nos presionó a todos para que estudiáramos. Cuando era pequeño, veía a mis hermanos estudiando y sabía que iba a ser como ellos. Pero en el año 2000, cuando terminé la secundaria, decidí que ya no quería estudiar más. Aún así, aconsejado por mi hermano, decidí volver a los estudios, y fui aceptado en la Universidad de Al-Quds en Abu Dis en 2001.

Mi primera clase fue el primero de septiembre, el mismo mes en que comenzó la segunda Intifada. Realmente era peor que la guerra, especialmente en Belén, Jerusalén, las ciudades palestinas. Cada día diez o quince palestinos eran asesinados por los israelíes. Hubo huelgas, toques de queda…

La universidad está lejos de mi casa. En un día normal tardaba 25 minutos en coche. Volvía para visitar a mi familia sólo una vez al mes. Era peligroso, así que veníamos caminando y nos quedábamos sólo un día. Era chistoso, venir con todas tus cosas a cuestas y el ejército siguiéndote para ver a dónde ibas. Nos escondíamos en los árboles y las cuevas sólo para pasar un rato en casa.

En uno de esos viajes de vuelta a la universidad, un soldado paró el transporte colectivo en que viajábamos y nos dijo: “Hoy, ninguno de ustedes cruzará”. Yo tenía examen y había que llegar a tiempo. Bajé y me acerqué al soldado a pie. “Hoy no vas a pasar,” me dijo. Todos los demás coches estaban pasando. Simplemente había decidido que el nuestro no lo haría. Empecé a irme. Pero mientras caminaba, vi un colectivo con un asiento libre y subí. Nuevamente, en el control, otro soldado nos paró, nos recogió la documentación, miró la mía sin problema.

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de  Num. Anterior   los nadies  

Dejar una Respuesta